vUna historia sobre la confianza que nunca se podrá recuperar

“Se ofreció… a registrar el apartamento a su nombre. Temporalmente. Para que pudiera sentirse más tranquila.”

Antonina se quedó paralizada. Sus dedos se entumecieron, como si la sangre hubiera dejado de fluir.

“¿Así que quieres dárselo a mi madre?” Su voz resonó como un cristal a punto de romperse.

“Nuestro apartamento, Tonya. Nuestro apartamento”, murmuró en voz baja.

Ni siquiera se dio cuenta de que se había levantado de la silla. El aire en la cocina se volvió denso y pesado. Sintió como si las paredes se hubieran movido y se hubiera formado una grieta en algún lugar dentro, la misma en su relación.

3. La noche que nadie durmió

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