Una familia multimillonaria la humilló en una cena, hasta que una sola llamada telefónica redujo su imperio a polvo.

Levantó la vista, temblando. “¿Quién eres?”

Alicia tomó un sorbo de champán antes de responder con calma. “Alicia Carter. Presidenta interina del Grupo Carter-Whitmore, desde esta mañana”.

“Mientes”, espetó Richard.

Pero la siguiente alerta confirmó la noticia: Carter Industries había tomado oficialmente el control mayoritario del Grupo Whitmore tras una fusión aprobada esta tarde.

Un imperio de cinco mil millones de dólares, de repente bajo su control.

Margaret retrocedió como si le hubieran dado una bofetada. “Eso es imposible. Mi marido…”

Alicia la interrumpió con suavidad. “Tu marido vendió sus acciones hace seis meses. Discretamente”. A una empresa fantasma dirigida por… mí.

Un escalofrío recorrió la habitación.

“Durante años, he visto a su fundación rechazar las solicitudes de mis estudiantes”, continuó Alicia, con voz serena pero llena de furia contenida. “Jóvenes brillantes, rechazados porque no encajaban en su imagen. Creían que el poder era eterno. Pero la bondad crea otro tipo de riqueza”.

Se giró para irse; su vestido reflejó la luz como seda ardiente.

“Vine esta noche para ver si algo había cambiado. Obviamente, no”.

La mano de Margaret tembló al extender la mano. “Espere. Señorita Carter, Alicia, por favor. No lo sabíamos. Si nos hubiera avisado…”

Alicia se giró, con el rostro impenetrable. “¿Me habría tratado de otra manera?”

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