Sophia.
La exnovia de Mark.
Con la que Diane no dejaba de compararme.
“¡Oh, mira!”, gritó Diane en voz alta, levantando la tarjeta. “¡De Sophia! ¡Qué buen gusto! ¡Una auténtica obra de arte!”.
Las palabras flotaron en el aire como humo, venenosas y deliberadas.
No respondí. Porque en mi bolso había un sobre que llevaba semanas esperando revelar. Dentro estaba la verdad: la prueba de un investigador privado que confirmaba lo que llevaba tiempo sospechando. Diane no solo había sido cruel. Había estado conspirando.
Solo necesitaba el momento justo para atacar.
El Juego de Poder
Cuando abrieron los regalos y las risas empezaron a apagarse, Diane se levantó de la silla, golpeando su copa para llamar la atención. Su voz interrumpió la charla del jardín.
“Antes de terminar”, dijo, “creo que deberíamos hablar de algo importante: el nombre del bebé. Nuestro primer nieto”, le sonrió a Mark, ignorándome por completo, “se llamará Arthur. Como su difunto abuelo”.