—¿Por qué no me mostraron esto antes? —preguntó con la voz rota.
El capitán respiró hondo.
—La empresa dueña del satélite exigió un pago para liberar las imágenes completas. La Guardia Costera no quiso asumirlo. Y cuando intenté insistir… me transfirieron del caso. Pero ahora, la empresa ha liberado su archivo histórico y las imágenes han salido a la luz. Nadie movió un dedo para avisarle.
María apretó los puños. Era la primera pista real en años.
—¿Quién era esa lancha?
Del Valle deslizó un documento más: un informe de tráfico marítimo que nunca había visto. El día de la desaparición, una embarcación relacionada con Navíos Aranda S.A., una compañía pesquera con antecedentes por prácticas ilegales, había sido detectada sin licencia en la misma zona. Dos semanas después, la empresa cerró abruptamente y uno de sus directivos desapareció del país.
Aquella conexión se había omitido del informe final del caso.
—Tienen que haber visto algo —susurró María—. O alguien quiso que no se investigara más.
Del Valle asintió.
—Hay algo más. Su esposo llevaba un proyecto en el que estaba investigando irregularidades ambientales en la región. Un colega suyo me comentó que había recibido amenazas.
La información golpeó a María como una ola fría. Julián nunca le mencionó nada.