“Un millonario vio a su exnovia pidiendo limosna en la calle con tres niños que se parecían mucho a él — lo que sucedió a continuación te romperá el corazón”.

Ella negó con la cabeza. “Ya no importa. Solo me alegra que los niños estén a salvo esta noche”.

Pero para Ethan, sí importaba. Más que nada. Pagó la comida, les reservó una suite en un hotel cercano y pasó la noche llamando a todos los contactos que tenía. Por la mañana, había concertado una entrevista de trabajo para Clara e inscrito a los niños en una escuela local.

Cuando los visitó más tarde esa semana, los niños corrieron hacia él con sonrisas que derritieron su corazón. Se había perdido cumpleaños, primeros pasos, risas… años que nunca podría recuperar. Pero se prometió a sí mismo que nunca los dejaría ir de nuevo.

Las semanas se convirtieron en meses. Clara encontró trabajo como recepcionista en una de las empresas asociadas de Ethan, y Ethan comenzó a pasar los fines de semana con los niños. Iban al parque, veían películas, horneaban galletas… cosas simples que llenaron de nuevo con risas el silencio de su lujoso ático.

Una tarde, mientras veían la puesta de sol desde la azotea, Clara se volvió hacia él. “No tenías que hacer todo esto, Ethan. Ya has hecho suficiente”.

Él sonrió suavemente. “No, Clara. Apenas estoy empezando a recuperar el tiempo perdido”.

Ella bajó la mirada, con lágrimas brillando en sus ojos. “Los niños te adoran”.

Él extendió la mano y tomó la de ella. “Yo los adoro a todos ustedes”.

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