Durante la comida, un silencio incómodo se apoderó de Logan y Olivia. Él sabía que debía actuar con cautela, pero estaba decidido a comprender la verdad. Cuando las niñas terminaron de comer, la criada las llevó a jugar a una habitación cercana.
Olivia permaneció sentada, ahora sola con Logan. Él apoyó los codos en la mesa y la miró directamente a los ojos. Olivia, tenemos que hablar.
Quiero entender qué te pasó —evitó la mirada, juntando las manos en el regazo—. No es una historia que me guste contar. No estoy aquí para juzgar, solo quiero ayudar.
Logan hizo una pausa, eligiendo sus palabras con cuidado. Cuando te vi ayer, tú y tus hijas estaban en una situación que, bueno, no se soluciona de la noche a la mañana. ¿Qué pasó, Olivia? Respiró hondo y cerró los ojos un momento antes de empezar a hablar.
Después de graduarnos de la preparatoria, empecé a salir con Jake Miller. ¿Lo recuerdas, verdad? Era el chico más popular de la escuela. Logan asintió, apretando la mandíbula al oír su nombre.
Recordaba a Jake demasiado bien, alguien a quien todos admiraban, pero que no dudaba en herir a otros para conseguir lo que quería. Jake y yo empezamos a salir justo después del baile de graduación. Estaba enamorada y pensé que él sentía lo mismo.
Unos meses después, me enteré de que estaba embarazada. Cuando se lo dije, pensé que lo afrontaríamos juntos, pero me abandonó. Dijo que no estaba listo para ser padre y que no quería esa responsabilidad.
Esa fue la última vez que lo vi. Logan apretó los puños sobre la mesa, luchando por contener la ira que lo invadía. ¿Te dejó sin más? Olivia asintió, con los ojos llenos de lágrimas.
Sí, estaba sola, sin ningún apoyo. Mis padres no podían ayudarme mucho, e hice lo que pude para mantener a las niñas, pero no fue suficiente. Finalmente perdí mi trabajo y, con el tiempo, las facturas se acumularon.
Cuando Harper y Hazel tenían dos años, nos desalojaron de nuestro apartamento. Desde entonces, vivimos en la calle, dependiendo de la amabilidad de desconocidos. Logan permaneció en silencio, asimilando todo lo que acababa de oír.
La Olivia que una vez conoció era fuerte, pero la vida la había destrozado de maneras que jamás imaginó. ¿Por qué nunca pediste ayuda?, preguntó finalmente, con voz más suave. Me dio vergüenza, admitió Olivia.
Avergonzado de cómo se había derrumbado mi vida. No quería que nadie me viera así, especialmente alguien como tú. Logan respiró hondo, sintiendo una mezcla de compasión y tristeza.
Olivia, nadie merece pasar por esto. Ya no estás sola. Te ayudaré a ti y a tus hijas a recuperarse.
¿Por qué, Logan? ¿Por qué haces todo esto? Dudó, pero sabía que tenía que ser sincero. Porque, a pesar de todo, me importas. Siempre me has importado.
Olivia permaneció en silencio, incapaz de responder. Las palabras de Logan resonaban en su mente mientras intentaba procesar todo lo que estaba sucediendo. Esa noche, mientras Olivia acostaba a las niñas, reflexionó sobre lo que Logan había dicho.
Por primera vez en años, sintió una chispa de esperanza. Pero también sabía que aceptar ayuda significaba afrontar sus miedos más profundos y reconstruir su vida desde cero. A la mañana siguiente, mientras la luz del sol se filtraba por los amplios ventanales de la mansión, Olivia se despertó con la suave risa de Harper y Hazel jugando en la alfombra junto a la cama.
Por un momento, sintió que estaba soñando. Le costaba creer que apenas 24 horas antes, había estado sentada en una acera, sin saber de dónde vendría su próxima comida. Se estiró y llamó a las chicas para que se prepararan.
Había ropa limpia preparada en la habitación, cuidadosamente seleccionada por el ama de llaves. A Olivia le impresionó la atención, aunque todavía se sentía fuera de lugar en un ambiente tan lujoso. Cuando bajaron a desayunar, Logan ya estaba en la sala, revisando unos papeles.