Un millonario ve el comienzo de su amor de la infancia con dos gemelas de tres años, ¡y la reconoce! Pero lo que hace después es increíble…

Levantó la vista al oír los pasos de las gemelas y esbozó una leve sonrisa. “¿Dormiste bien?”, preguntó. Harper asintió con entusiasmo, mientras Hazel tímidamente cogía la mano de su madre.

—Sí, fue la mejor noche que hemos tenido en mucho tiempo —respondió Olivia con un dejo de gratitud en la voz—. Me alegra oír eso. Logan les indicó que se sentaran.

No tienes que preocuparte por nada hoy. Quiero que descanses. Las niñas pueden jugar en el jardín o donde quieran.

Olivia dudó. Logan, yo… no sé cómo agradecerte todo esto, pero no quiero aprovecharme de tu amabilidad. En cuanto pueda, buscaré trabajo y… Logan levantó una mano, deteniéndola.

No hay prisa, Olivia. Antes que nada, necesitas recuperarte. No te preocupes por los plazos.

Lo resolveremos juntos. A pesar de sus palabras tranquilizadoras, Olivia aún sentía un peso en el pecho. Aceptar ayuda no le resultaba natural.

Sin embargo, el bienestar de su hija era lo primero, y por su bien, se tragó el orgullo. Después del desayuno, Harper y Hazel fueron a jugar al jardín bajo la supervisión del ama de llaves. Olivia, mientras tanto, ayudaba a lavar los platos, incómoda por no poder contribuir más.

Logan la encontró en la cocina, sacudiendo la cabeza al verla intentando lavar los platos. Olivia, no tienes que hacer eso. Necesito algo, Logan.

No me siento bien tomándolo todo sin dar nada a cambio. Logan suspiró. Si así te sientes, bien.

Pero por ahora, quiero hablar de las chicas. ¿Tienen todo lo que necesitan? Olivia hizo una pausa, pensando. Necesitan algunas cosas, como ropa y zapatos.

Lo que tienen está viejo y desgastado. Genial, salgamos a buscar lo que necesitan. Olivia abrió mucho los ojos.

—No hace falta, Logan. Lo arreglaré luego. Sin discusión —dijo Logan con una sonrisa amable.

Voy a por el coche. Media hora después, Olivia, Harper y Hazel estaban en una tienda infantil del centro, con Logan observándolas atentamente. Las niñas estaban encantadas, corriendo entre los estantes y probándose ropa nueva.

¿De verdad puedo con esto, mami?, preguntó Harper, sosteniendo un vestido azul brillante. A Olivia se le encogió el corazón al ver los ojos brillantes y esperanzados de su hija. Sí, cariño, puedes.

Hazel, la gemela más reservada, levantó unas zapatillas nuevas. “¿Yo también, mami?” Olivia asintió con una sonrisa emotiva. “Tú también, mi amor”.

Logan observaba en silencio, complacido de ver a las niñas tan felices. Después de elegir ropa, zapatos y algunos juguetes, las llevó a un restaurante a almorzar. Durante el almuerzo, las gemelas charlaban animadamente, compartían historias y jugaban entre ellas.

Olivia los observó, sintiendo alivio al verlos sonreír por fin. «Has hecho tanto por nosotros hoy, Logan. Gracias», dijo Olivia con sinceridad.

—Solo he hecho lo que cualquiera debería hacer —respondió Logan con naturalidad—. Te lo mereces. Olivia bajó la mirada, sintiendo la vergüenza de nuevo.

Sabía que Logan estaba siendo amable, pero no podía evitar recordar cómo lo había tratado en el pasado. «Eres mucho mejor persona que yo contigo, Logan», murmuró, casi inaudiblemente. Logan frunció el ceño.

Olivia, el pasado quedó atrás. Lo que importa ahora es lo que hagamos de ahora en adelante —asintió, aunque la culpa aún persistía. Al regresar a la mansión, las gemelas corrieron directo al jardín, presumiendo su ropa nueva.

Olivia los observaba desde la ventana de la sala, con una sonrisa en el rostro. Por primera vez en años, se sentía segura. Logan, de pie junto a ella, rompió el silencio.

Leave a Comment