Un millonario ve el comienzo de su amor de la infancia con dos gemelas de tres años, ¡y la reconoce! Pero lo que hace después es increíble…

Olivia dudó, pero la mirada decidida de Logan la hizo ceder. Sabía que no tenía otra opción. Logan sacó su teléfono y llamó a su chófer.

—Llegaré en cinco minutos —dijo antes de guardar el teléfono—. Vámonos. No tienes por qué quedarte.

Le tendió la mano a Olivia, quien la aceptó a regañadientes. Cuando llegó el coche, Logan ayudó a Olivia a subir, cargando a una de las niñas mientras ella sostenía a la otra. Las niñas estaban exhaustas, con la cara apoyada en los hombros de su madre.

Durante el trayecto a la mansión de Logan, el silencio era opresivo. Olivia miraba por la ventana, absorta en sus pensamientos. Logan la miraba de vez en cuando, intentando comprender cómo se había derrumbado su vida.

Cuando llegaron, Olivia parecía visiblemente incómoda. La gran mansión, con sus cálidas luces y su jardín inmaculado, parecía de otro mundo. No tienes que hacer esto, Logan.

Sí, podemos. Basta de discusiones, Olivia. Entrarás, comerás algo y descansarás.

La señora Harper, ama de llaves, abrió la puerta con expresión de sorpresa, pero no dijo nada. Logan le indicó que preparara una habitación para Olivia y las niñas. Mientras la señora Harper se encargaba de eso, Logan llevó a Olivia y a las niñas a la sala.

Encendió la chimenea, creando un ambiente acogedor, y pidió que les prepararan comida. «Gracias, Logan. De verdad, gracias», dijo Olivia, con los ojos llenos de lágrimas mientras las niñas se acurrucaban en el sofá a su lado.

Logan asintió, con la mente acelerada. Sabía que esta noche era solo el principio. Mañana, necesitaba entender qué le había pasado realmente a Olivia y cómo había acabado allí.

El sol apenas comenzaba a asomar por las ventanas de la mansión de Logan, pero Olivia ya estaba despierta. Sentada en el borde de la cama, observaba a sus gemelas, Harper y Hazel, que aún dormían profundamente. Por primera vez en mucho tiempo, sus hijas estaban calentitas y cómodas.

Eso debería haberle tranquilizado, pero en cambio, sintió un nudo creciente en la garganta. Al otro lado de la mansión, Logan también estaba despierto, sentado en su oficina, pensando en todo lo que había visto la noche anterior. La imagen de Olivia en la acera con sus hijos en brazos no se le iba de la cabeza.

Necesitaba entender cómo había sucedido esto. Después de todo, la Olivia que había conocido en la escuela era segura de sí misma, llena de vida, alguien que parecía destinada a grandes cosas. Poco después, el ama de llaves llamó suavemente a la puerta de Olivia.

Señorita Carter, el desayuno está listo. El Sr. Bennett quiere que usted y las niñas bajen. Olivia le dio las gracias y despertó a las gemelas.

Unos minutos después, bajaron juntas al comedor, donde les esperaba un generoso desayuno. Las chicas corrieron emocionadas a las sillas, encantadas con la variedad de frutas, panes y jugos. Olivia, sin embargo, dudó.

—Por favor, tome asiento —dijo Logan, apareciendo en la puerta. Llevaba una impecable camisa blanca y parecía relajado, aunque su mirada revelaba un tono serio—. —Gracias —respondió Olivia, acercando una silla mientras observaba a Harper y Hazel comer con entusiasmo

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