Un millonario había invitado a su nueva novia a cenar, pero todo cambió cuando vio a su exesposa, embarazada, trabajando como camarera.

Fuera, el jazz seguía sonando.

Evan regresó a su mesa, pero su mente estaba en otra parte.

Kendra se estaba tomando un selfie con las luces de la ciudad al fondo, asegurándose de salir favorecida.

«¿Todo bien?», preguntó sin levantar la vista.

«Sí», respondió él, sentándose lentamente. «Me acabo de encontrar con alguien que conocía».

Ella asintió vagamente. «¿Quieres que te etiquete o prefieres mantener el misterio?»

Él no respondió.

Su mente reproducía una y otra vez la expresión de Claire: nada más que agotamiento y una tranquila resiliencia que nunca había notado. ¿Cómo había podido acabar allí, al final del embarazo, trabajando duro por un salario que nunca habría imaginado ganar cuando planeaban su futuro juntos?

El camarero retiró sus platos; Evan ni siquiera recordaba haber comido. Apenas reparó en la carta de postres.

Kendra ya estaba hablando de un retiro en Tulum. «Podríamos ir el mes que viene, tengo una marca que patrocina una parte si promociono sus suplementos».

«Creo que voy a dar la noche por terminada», dijo Evan, apartando la silla.

Ella levantó una ceja. «Aún no son las 9:30».

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