UN JEFE MILLONARIO DEJA EMBARAZADA A SU EMPLEADA Y LA ECHA A LA CALLE. CINCO AÑOS DESPUÉS, QUEDÓ EN IMPACTACIÓN.

Por un breve instante, la ira de William flaqueó, reemplazada por una fría indiferencia.

“Deberías haber tenido más cuidado. Deberías haber hecho algo antes”.

Se levantó de la silla, imponente sobre Emily.

“No quiero a este niño. ¿Me oyes? No me importa lo que te pase, pero no me meterás en tu lío. Mi familia jamás aceptará un hijo de una don nadie como tú”.

A Emily se le rompió el corazón. El hombre que la había agredido le decía que su bebé —su bebé— no significaba nada para él. Ella ya lo esperaba, pero oírlo de sus labios lo hizo aún más devastador.

“No puedo deshacerme de él ahora”, dijo Emily con voz temblorosa. “Es demasiado tarde. El médico dijo que podría matarme”.

William entrecerró los ojos, su rostro endurecido por el desprecio.

“Ese no es mi problema, Emily. Pero te advierto: si se lo cuentas a alguien, especialmente a Sophia, te arrepentirás. Te destruiré. Nunca volverás a trabajar y me aseguraré de que tu vida se convierta en una pesadilla”.

Las lágrimas inundaron los ojos de Emily, pero asintió en silencio, sabiendo que estaba atrapada. No tenía más opción que soportarlo sola.

Con el paso de los meses, el embarazo de Emily se volvió más difícil de ocultar. Su figura, antes esbelta, empezó a cambiar; su vientre se hinchaba a medida que el bebé crecía en su interior. Usaba ropa holgada para disimularlo, pero pronto, su secreto se hizo demasiado evidente.

Sophia, quien hacía tiempo que había dejado de prestarle atención a Emily más allá de darle órdenes, empezó a notar algo diferente. No tardó mucho en que una de sus amigas hiciera un comentario que lo puso todo en marcha…

Un jefe millonario dejó embarazada a su criada y la echó a la calle. ¿Qué pasó después de que diera a luz a trillizos?

Capítulo 3

Estaban celebrando una pequeña reunión en la mansión cuando una de las mujeres, conocida por su lengua afilada, se acercó a Sophia y susurró:

“Tu criada, Emily… parece que ha engordado bastante. ¿Estás segura de que no está embarazada?”

Las cejas de Sophia se alzaron sorprendida.

“¿Embarazada? Es ridículo. Ella nunca…”

Pero a medida que avanzaba la noche, Sophia no podía quitarse el comentario de la cabeza.

A la mañana siguiente, observó a Emily con más atención, notando cómo se movía con cuidado, cómo su ropa parecía tensarse en las costuras. La sospecha la carcomía, y pronto llamó a Emily a su habitación, recorriendo con la mirada fría a la criada de pies a cabeza mientras le preguntaba:

“Emily, ¿me estás ocultando algo?”

Emily se quedó paralizada, con las manos temblorosas.

Leave a Comment