“Su esposa lo dejó a él y a sus cinco hijos — diez años después, ella regresó y se sorprendió al ver lo que había hecho.”

Sarah bajó del coche, con gafas de sol puestas, el cabello perfectamente peinado. Parecía no haber sido tocada por el tiempo—como si la década hubiera sido solo unas largas vacaciones.

James se quedó inmóvil.

Los niños miraron a la desconocida.

Solo Lily la reconoció—apenas.

—“¿Mamá?” —dijo, sin estar segura.

Sarah se quitó las gafas. Su voz temblaba. —“Hola… niños. Hola, James.”

James se adelantó de inmediato, colocándose entre ella y los niños. —“¿Qué estás haciendo aquí?”

—“Los vi,” dijo ella, con los ojos llenos de emoción. —“Te vi. Yo… Perdí tanto.”

James miró a los gemelos, que se aferraban a sus piernas.

Emma frunció el ceño. —“Papá, ¿quién es ella?”

Sarah negó con la cabeza, con tristeza.

James se agachó y abrazó a Emma. —“Ella es… alguien del pasado.”

—“¿Puedo hablar contigo?” —preguntó Sarah—“¿A solas?”

James la llevó unos pasos lejos de los niños.

—“Sé que no merezco nada,” dijo ella. —“Cometí un error. Un error terrible. Pensé que sería más feliz, pero no lo fui. Pensé que irme me daría libertad, pero solo encontré soledad.”

James la miró fijamente. —“Dejaste a cinco hijos. Te supliqué que te quedaras. Yo no tuve la libertad de irme. Tuve que sobrevivir.”

—“Lo sé,” susurró ella. —“Pero quiero arreglarlo.”

—“No puedes arreglar lo que rompiste,” dijo él, con voz calmada pero firme. —“Pero ellos ya no están rotos. Son fuertes. Construimos algo a partir de las cenizas.”

—“Quiero formar parte de sus vidas.”

James miró a los niños—su tribu. Su propósito. Su prueba.

—“Vas a tener que ganártelo,” dijo. —“Despacio. Con cuidado. Y solo si ellos lo quieren.”

Ella asintió, con lágrimas cayendo por sus mejillas.

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