“SRA., ¿POR QUÉ ESTÁ LA FOTO DE MI MADRE EN SU CARTERA?” La camarera vio la foto de su madre en la billetera del millonario.

La prisa matutina en The Sunny Side Café era tranquila: el tintineo de las tazas, conversaciones cálidas y olor a café recién hecho. Claire Morgan, de 24 años, se movía por el comedor con gracia, equilibrando bandejas y con sueños de universidad, de tener su propio café, de formar una familia. Pero, por encima de todo, anhelaba entender a su difunta madre, Evelyn.

Evelyn había fallecido tres años atrás. Era cariñosa, silenciosa, y siempre guardó un secreto: el de quién era el padre de Claire. Ningún nombre, ninguna foto; solo un suave: “Lo importante es que te tengo a ti”.

Esa mañana entró un hombre alto con traje azul marino en el café. “Mesa para uno, por favor”, dijo. Su voz era cálida y su presencia llamativa.

Claire lo sentó junto a la ventana. Pidió café negro, tostadas y huevos. Ella pensó que le resultaba familiar—¿quizá un político?

Mientras él sorbía su café, abrió su billetera. El corazón de Claire dio un vuelco.

Dentro había una foto antigua—descolorida, doblada, pero inconfundible.

Era Evelyn. Joven, radiante, sonriendo—la misma cara de la foto que Claire guardaba junto a su cama.

Se quedó paralizada, luego se acercó a su mesa, la voz apenas un susurro. “Señor… ¿puedo preguntar algo personal?”

Él alzó la vista. “Por supuesto.”

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