¡QUIEN HAGA HABLAR A MI HIJO SE CASARÁ CONMIGO! DIJO EL MILLONARIO… Y LA EMPLEADA SORPRENDIÓ A TODOS

¿Te puedo mandar la foto? Tal vez tú lo conoces. Claro. Julián le tomó una foto al papel y se la mandó por mensaje. Pasaron unos segundos, después otros más, hasta que sonó su celular. Elena estaba llamando. ¿Lo reconociste?, preguntó él apenas contestó. Sí, respondió ella con una voz distinta, más apagada. ¿Quién es mi cuñado? Julián se quedó en silencio.

¿Cómo? Bueno, fue mi cuñado. Estuvo casado con una prima mía hace muchos años. Se llama Raúl. No sabía que conocía a Clara. ¿Estás segura? 100%. Lo vi durante años en las reuniones de familia hasta que desapareció. Tuvieron una separación fea. Él era problemático. Julián sintió que algo se acomodaba y al mismo tiempo se desacomodaba dentro de él.

Problemático como era de esos que siempre andan metidos en cosas turbias, no necesariamente ilegales, pero sí oscuras. Nunca lo traté mucho, pero mi prima lo terminó porque le encontró mensajes con otras mujeres y porque una vez la empujó en plena reunión. Violento, sí, pero disfrazado. Te habla bonito, te convence y de repente te das cuenta de que estás metida en algo feo. ¿Y no sabías que conocía a Clara? Jamás.

Julián volvió a ver la foto. La cara de Clara no mostraba miedo, pero sí algo raro, como incomodidad, como si no quisiera estar ahí, pero no se atreviera a decirlo. Benjamin, en cambio, tenía una expresión normal. Jugaba con algo fuera de cuadro.

¿Te puedo hacer una pregunta, Elena? Dime, ¿tú crees que ese hombre haya tenido algo con Clara? Elena no respondió de inmediato, “No lo sé, pero si Clara era como Benjamin, como la imagen que me has dado de ella, no creo que se haya involucrado con alguien así, a menos que haya estado confundida o débil, a veces cuando una mujer está sola, aparecen esos tipos que se aprovechan.

¿Y qué pasó con él después?” “Nada, desapareció. Se fue del estado. Nunca supimos más. ¿Crees que vuelva?” “No lo sé, pero si la foto estaba en las cosas de Clara es porque algo pasó. Tal vez lo buscó, tal vez no, pero no la quemó y eso dice algo. Julián colgó el teléfono con el corazón acelerado. No entendía por qué esa foto le despertaba una desconfianza tan fuerte.

Era solo una imagen, un momento, pero algo no encajaba. Esa noche, después de acostar a Benjamin, Julián volvió a revisar la foto, la escaneó, la amplió y notó algo que antes no había visto. En la esquina inferior, casi oculta, aparecía un llavero colgado de la mochila de Clara, un llavero con las iniciales RA, no eran las suyas.

Y eso, por primera vez desde que Clara murió, le hizo pensar que tal vez no conocía toda su historia y que esa historia olvidada estaba a punto de regresar. Lorena siempre supo cómo moverse. Sabía qué decir, cuándo decirlo, cómo pararse, cómo mirar. Tenía esa seguridad que no se compra. Pero detrás de todo eso, lo que más dominaba era el arte de parecer buena sin serlo.

Nunca gritaba, no hacía escándalos, no levantaba sospechas. Su manera de atacar era silenciosa, con sonrisas finas y palabras que parecían consejos, pero en realidad eran puñales disfrazados. Esa semana, después de que soltó el chisme sobre Elena en la cena de empresarios, empezó a notar que el efecto estaba funcionando.

Gente del círculo de Julián comenzó a llamarla para preguntarle detalles. Ella se hacía la que no sabía mucho, pero soltaba frases como, “Solo me preocupa el niño nada más.” O, “Ojalá Julián no esté tan ciego como parece.” Luego cortaba las llamadas con una mueca de satisfacción, pero no era suficiente para ella. Lorena no quería solo sembrar dudas, quería recuperar su lugar.

Sentía que se lo estaban quitando, que se le iba de las manos todo eso por lo que había trabajado desde que Clara murió y por eso decidió jugar su carta más delicada. Una cena, una cena tranquila sin tantos invitados, le dijo a Rodrigo por teléfono con tono amable. Solo algunas personas cercanas a la empresa. Quiero organizar algo para mostrarle a Julián que seguimos pensando en el proyecto.

También sería bueno para Benjamin. Rodrigo dudó. No le caía bien Lorena, pero no podía ignorarla. Sabía que tenía poder y contactos. Le avisó a Julián, que aceptó sin mucho interés. No por ganas, sino porque la presión era mucha. Quería evitar más tensiones y si eso significaba soportar una cena elegante, que así fuera. Pero vamos solo tú, Benjamin y yo, le advirtió a Rodrigo.

Nada de invitar a Elena. ¿Estás seguro? Sí. No quiero exponerla. Cuando Benjamin se enteró, no le gustó. ¿Va a ir ella? No, hijo. Hoy no. Entonces, yo tampoco quiero ir, Benjamin. Solo será una cena. Un ratito. Ella me hace sentir bien. Julián se agachó a su nivel. Yo sé, pero hay personas que no entienden eso y no quiero que se burlen de ti. De mí.

¿Por qué? Porque hay adultos que se creen mejores solo porque tienen más cosas. Benjamin bajó la mirada, cruzó los brazos y se quedó callado. Al final fue, pero lo hizo con cara seria, esa expresión que Clara solía llamar modo de piedra. La casa de Lorena era grande, moderna, todo en colores blancos, mármol y acero.

Había obras de arte en las paredes que nadie entendía, pero todos fingían admirar. La mesa estaba puesta con platos carísimos que parecían de adorno. Las copas eran finas, las velas aromáticas, el vino importado. Todo estaba preparado para lucir perfecto. Lorena recibió a Julián con dos besos en la mejilla, cosa que no hacía desde que Clara estaba viva.

Le acarició el brazo con suavidad al guiarlo hacia la sala. “Qué gusto tenerte aquí otra vez”, le dijo con voz suave. “Gracias por la invitación. Y a ti también, Benjamin. Estás muy guapo.” El niño no respondió. solo se escondió un poco detrás de su papá. Lorena fingió que no lo notó.

Durante la cena hubo bromas suaves, charlas de negocios, preguntas indirectas sobre el futuro de la empresa. Todo sonaba bien en apariencia, pero debajo del mantel había otra intención. Lorena dirigía la conversación como quien mueve piezas en un tablero. Julián, últimamente no se te ha visto mucho en los eventos. Todo bien en casa. Sí, gracias.

Estoy dedicando más tiempo a Benjamin. Claro, claro, es lo más importante. Qué bueno que lo tienes tan presente. Aunque me contaron que ahora tienes ayuda, ¿no? Julián la miró sabiendo por dónde iba. Sí, una persona que ha conectado con él. Ah, sí, la señora Elena, ¿verdad? Así es. Lorena sonrió con esa sonrisa suya que nunca era sincera. Me parece muy noble de tu parte.

Darle una oportunidad a alguien como ella. No todos lo harían. como ella. ¿Qué significa eso? Ay, no me malinterpretes. Solo digo que no todos se toman el tiempo de mirar a quienes están en otras realidades. Tú lo haces y eso habla bien de ti. Julián no respondió. Su mirada se endureció. Benjamin, que no entendía del todo, pero sentía el ambiente tenso, dejó de comer. Lorena siguió.

Y hablando de realidades, ¿estás seguro de que sabes bien con quién estás tratando? A veces uno quiere ayudar, pero sin darse cuenta se mete en un problema. La gente viene con su historia, con su pasado. ¿Estás insinuando algo, Lorena? Claro que no. Solo que deberías saber que algunas personas no son tan transparentes como parecen.

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