Padre e hija desaparecidos en los Pirineos: cinco años después, unos senderistas descubren lo que estaba oculto en una grieta

“No puedo moverme. Ella debe qued…’’

La frase terminaba allí, cortada, como si Julián hubiese interrumpido la escritura de forma brusca.

—Aquí ha pasado algo serio —dijo Morel—. Julián estaba herido y Clara seguía con vida.

La hipótesis más probable era que habían quedado atrapados tras una caída parcial. Pero faltaba algo fundamental: ninguno de los cuerpos estaba allí. Y por la profundidad de la cavidad, era improbable que hubiesen salido solos sin dejar más rastro.

Mientras exploraban la cavidad, uno de los rescatistas encontró marcas en la pared: tres líneas verticales repetidas varias veces, como un código rudimentario, posiblemente usado para contar días.

—Son al menos treinta marcas —informó.

Treinta días. Un mes atrapados.

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