“No puedo moverme. Ella debe qued…’’
La frase terminaba allí, cortada, como si Julián hubiese interrumpido la escritura de forma brusca.
—Aquí ha pasado algo serio —dijo Morel—. Julián estaba herido y Clara seguía con vida.
La hipótesis más probable era que habían quedado atrapados tras una caída parcial. Pero faltaba algo fundamental: ninguno de los cuerpos estaba allí. Y por la profundidad de la cavidad, era improbable que hubiesen salido solos sin dejar más rastro.
Mientras exploraban la cavidad, uno de los rescatistas encontró marcas en la pared: tres líneas verticales repetidas varias veces, como un código rudimentario, posiblemente usado para contar días.
—Son al menos treinta marcas —informó.
Treinta días. Un mes atrapados.