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“¿Qué olvidaste? ¿Cómo puedo ayudarte? Dímelo y con gusto te ayudaré”, dijo Victoria, con curiosidad.

“Por favor, léeme mi diario. Ya no veo nada, pero no quiero morir sin recordar lo que olvidé”, explicó Catherine con voz ligeramente temblorosa.

Victoria sonrió y abrió el diario, hojeando las páginas y mirando las fechas mientras Catherine observaba.

Solo con fines ilustrativos. | Fuente: Pexels

“Sigue, sigue, querida”, dijo Catherine lentamente, intentando encontrar la fecha correcta.

Victoria casi había llegado a la mitad del diario cuando Catherine sonrió. “Sí, sí, parece que está aquí. Por favor, léelo”.

Victoria se aclaró la garganta y comenzó a leer en voz alta: “Hola, querido diario. Hoy es un día importante para mí…”.

Mientras Victoria leía, se adentraba en los recuerdos de Catherine como si viera el pasado ante sus ojos.

Solo con fines ilustrativos. | Fuente: Shutterstock

La joven Catherine estaba en casa por la noche, esperando a su esposo, John. La casa estaba en silencio, salvo por el tictac del reloj.

No dejaba de mirar el reloj y la puerta principal como si John fuera a entrar en cualquier momento. Su corazón latía con fuerza, con una mezcla de esperanza y miedo.

De repente, la puerta se abrió y John entró en la casa con su uniforme militar. El rostro de Catherine se iluminó de alivio por un instante, pero luego vio la expresión seria en su rostro.

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