NIÑA MENDIGA COMPARTE SU COMIDA CON UN NIÑO EN SILLA DE RUEDAS, Y UN MILLONARIO LO VE… LO QUE SUCEDE DESPUÉS TE DEJARÁ SIN PALABRAS.

Una niña pequeña con hambre compartió su único sándwich con un niño en silla de ruedas no tenía idea de que el hombre que la observaba a distancia era un millonario y el padre del niño que cambiaría su vida para siempre lupita revisó otra bolsa de basura detrás del mercado de la merced sus pequeños dedos buscando entre envolturas y desperdicios con la esperanza de encontrar algo comestible para llevar a casa con apenas 11 años conocía perfectamente cada rincón y puesto que desechaba comida todavía aprovechable sus ojos cansados mostraban una madurez impropia de su edad resultado de casi 2 años viviendo
en las calles desde que su padre falleció y la familia lo perdió todo el sol abrasador castigaba su piel morena mientras secaba el sudor de su frente con la manga desgastada de una playera varios números más grande que su cuerpo delgado cuando sus manos encontraron una torta de jamón casi intacta envuelta y aparentemente descartada por error sus ojos brillaron como si hubiera hallado un tesoro dos días comiendo apenas las sobras que conseguía de ese mismo mercado habían dejado su estómago adolorido y su cabeza mareada lupita
guardó la apreciada torta en el bolsillo de su pantalón gastado mirando alrededor para asegurarse que nadie la había visto los vendedores de ese lugar solían ser amables y fingir que no la veían pero el administrador ya la había amenazado con llamar a la policía varias veces lupita caminó alejándose del mercado cruzando calles congestionadas donde la gente pasaba apresurada sin notarla era como si fuera invisible en ese mundo de adultos ocupados con sus propias vidas sus pies descalzos ya estaban encallecidos inmunes a las piedrecitas y
al asfalto caliente que otros no soportarían al llegar a la plaza Hidalgo decidió sentarse a descansar y comer su valioso alimento su estómago rugía suplicando por comida pero sabía que debía guardar la mitad para llevar a sus hermanitos que esperaban con su madre enferma debajo del puente de circuito interior fue entonces cuando sus ojos se posaron en un niño sentado solo en una silla de ruedas observando a los demás jugar parecía tener casi su misma edad quizás un poco mayor llevaba ropa bonita y limpia pero su rostro reflejaba una tristeza profunda que Lupita reconoció

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