El avance de la tecnología médica ha permitido logros que, hace solo unas décadas, eran impensables. Uno de los más recientes e impactantes es el desarrollo de modelos tridimensionales del feto para planificar intervenciones quirúrgicas dentro del útero materno. Esta técnica innovadora promete transformar el manejo de anomalías congénitas y traumatismos fetales, permitiendo una atención más precisa y menos invasiva, con beneficios tanto para el bebé como para la madre.
Los traumatismos fetales —como los ocasionados por accidentes automovilísticos o caídas durante el embarazo— son poco frecuentes, pero pueden poner en riesgo la vida del feto. Hasta hace poco, los médicos enfrentaban serias limitaciones para evaluar con exactitud el alcance de estos daños y decidir si una cirugía intrauterina era viable. Las decisiones se tomaban en gran parte basadas en la experiencia clínica, con herramientas diagnósticas que no siempre ofrecían una visión clara de la situación.
Frente a este desafío, un equipo multidisciplinario de científicos, radiólogos, ingenieros biomédicos y cirujanos fetales desarrolló una herramienta pionera: modelos digitales en 3D del feto, generados a partir de imágenes obtenidas por ecografías de alta resolución o resonancias magnéticas. Estos modelos permiten visualizar con precisión la anatomía fetal, identificar lesiones internas, analizar estructuras comprometidas y simular distintas opciones de tratamiento antes de intervenir.
Esta tecnología ofrece ventajas clave. Por un lado, mejora significativamente la planificación quirúrgica al permitir “ensayar” procedimientos en un entorno virtual, sin poner en riesgo al feto. Por otro lado, reduce la posibilidad de intervenciones innecesarias, ya que los médicos pueden determinar con mayor exactitud si una operación es indispensable o si es más seguro esperar al nacimiento.