Además, los modelos pueden incorporar inteligencia artificial. Esto significa que el sistema no solo representa la anatomía fetal, sino que puede aprender de miles de casos previos, identificar patrones y sugerir estrategias terapéuticas basadas en evidencia. Aunque esta IA no reemplaza al juicio clínico, se convierte en un soporte crucial para la toma de decisiones más informadas y rápidas.
En situaciones complejas como hemorragias internas fetales, malformaciones congénitas tardíamente detectadas o fracturas intrauterinas, esta herramienta puede marcar una diferencia determinante. No solo ayuda a decidir cuándo y cómo intervenir, sino también a planificar con antelación el parto, preparando equipos especializados para actuar de inmediato tras el nacimiento.
Si bien la implementación generalizada aún enfrenta obstáculos —como el acceso a equipos de imagen avanzada y la necesidad de capacitar al personal— los primeros estudios, como el publicado en la revista Surgeries, demuestran que esta tecnología es segura, eficaz y adaptable a diferentes contextos hospitalarios, incluso en regiones con recursos limitados.
En definitiva, los modelos 3D aplicados a la medicina fetal representan un paso gigantesco hacia una atención más personalizada, preventiva y eficaz desde el inicio de la vida. Con más investigación y difusión, esta herramienta podría convertirse en el estándar de cuidado para embarazos de alto riesgo, salvando vidas desde el vientre materno.