Media hora después, Armando llega con cara de funeral. Alejandro, lo siento muchísimo. Rebeca me contó. Armando, ¿de verdad crees que fue Paloma? Mira, seamos realistas. es la única persona nueva. Armando jala a Alejandro a un lado. Hagamos una búsqueda discreta en su cuarto. Si no encontramos nada, por lo menos quedará claro. Alejandro no le gusta la idea, pero no puede quitarse la duda de la cabeza.
Está bien, pero si no encontramos nada, no quiero más sospechas. Cuando Paloma llega a trabajar, Alejandro no puede mirarla a los ojos. Buenos días, señor Alejandro. Buenos días. Paloma se da cuenta de que algo está mal, pero sube al cuarto de Manuelita. Alejandro, Rebeca y Armando suben para hacer la búsqueda. Armando revisa en las gavetas, en el ropero. No hay nada aquí. Busca mejor.
Armando sigue buscando. De repente abre una gaveta y encuentra una bolsita de terciopelo. Alejandro, ven acá. Alejandro se acerca. Armando abre la bolsita y adentro están las joyas de Carolina. Dios mío. Alejandro toma el anillo de compromiso de Carolina. Siente que se le viene el mundo abajo. Voy a llamar a la policía ahorita. No, Armando, déjame hablar con ella primero.
En ese momento, Paloma aparece en el pasillo. Señor Alejandro, Manuelita lo está llamando. Alejandro la mira y siente el corazón partido. Paloma, necesito hablar contigo. Alejandro le muestra la bolsita. ¿Puedes explicarme esto? Paloma mira sin entender. ¿Qué es? Son las joyas de mi esposa. Estaban en tu cuarto. Paloma se pone blanca.
en mi cuarto, pero yo nunca he visto eso en mi vida. Paloma, por favor, no mientas. Ey, señor Alejandro, le juro que nunca tomé nada. Las lágrimas empiezan a escurrir. Por favor, tiene que creerme. Alejandro quiere creer. Pero las joyas estaban ahí. Papá, ¿qué está pasando? Manuelita aparece en la silla de ruedas. Regresa a tu cuarto, Manuelita.
¿Pero por qué está llorando Paloma? Armando se acerca. Alejandro, voy a llamar a la policía. No, Manuelita grita. Paloma no es ladrona, ella es buena. Es cuando aparece Dolores. ¿Qué escándalo es este? Armando le explica. Dolores mira la bolsita después a Paloma.
Señor Alejandro, ¿puedo decir algo? ¿Qué? Anoche vi al licenciado Armando subiendo la escalera de los cuartos. Bien tardecito. Todos miran a Armando. Yo vine a buscar unos documentos. ¿Qué documentos? Unos contratos. Alejandro mira a Armando con desconfianza. ¿Y por qué no me dijiste? Pensé que no era importante. Alejandro va al despacho y prende el sistema de seguridad.
En la pantalla aparece Armando subiendo la escalera yendo directo al cuartito de empleada. Armando, ¿qué estabas haciendo en el cuarto de Paloma? Armando se queda sin respuesta. Puedo explicar. Entonces explica, Alejandro, tienes que entender. Esa mujer se está aprovechando de ti, poniendo las joyas en su cuarto.
Solo quería mostrarte qué tipo de persona es. Alejandro no puede creerlo. Tú armaste esto. Lo hice por tu bien. Alejandro mira a Paloma, que está llorando en el rincón. Paloma, ¿yo perdonas? Ya está perdonado. Manuelita aplaude desde la silla. Yo sabía que Paloma no había hecho nada. Alejandro se voltea hacia Armando.
Quiero que salgas de mi casa. Alejandro, lárgate. Armando se va, pero no sin antes darle una mirada amenazadora a Paloma. Cuando se quedan solos, Alejandro se acerca a Paloma. Discúlpame, en serio. Debía haber confiado en ti. Usted no podía saber. Sí podía. Mi corazón lo sabía. Los ojos de los dos se encuentran. Desde que llegaste siento que puedo confiar en ti, no solo con mi trabajo, sino con lo que tengo más preciado.
Señor Alejandro, ¿puedes llamarme solo Alejandro? Paloma sonríe. Alejandro, yo nunca lastimaría a usted o a Manuelita. Ustedes son la familia que siempre quise tener. Afuera de la casa, Armando le habla por teléfono a Rebeca. El plan no funcionó. Alejandro descubrió todo. Entonces vamos al plan B.
Si no logramos separarlos con mentiras, vamos a tener que usar la fuerza. En los días siguientes, todo cambia en la mansión. Alejandro contrata otro abogado y despide a Armando oficialmente. Rebeca se queda más callada, pero Paloma se da cuenta de que siempre está observando. Alejandro y Paloma empiezan a platicar más. Primero sobre Manuelita, después sobre todo. Una tarde están en el jardín mientras Manuelita juega en la silla.
Nunca había cantado antes. Nunca. Nunca. Desde que murió Carolina se quedó muy calladita. Y ahora, ahora está volviendo a ser niña. Eso es gracias a ti. No, es gracias al amor que se tienen una a la otra. Tienes una forma especial de ver las cosas. ¿Qué forma? Con el corazón. Alejandro se queda pensativo. Paloma, ¿puedo preguntarte algo? Claro.
¿Cómo era, Carolina? Era luz. Siempre veía el lado bueno de todo y amaba a Manuelita más que a nada. Debe ser difícil perder a alguien así. Sí, pero sabes que es más difícil es empezar a sentir que tal vez sea posible ser feliz otra vez y eso está mal. No sé, a veces me siento culpable. ¿Culpable de qué? De estar empezando a gustar de alguien.
El corazón de Paloma se acelera. Alejandro, sé que puede parecer una locura. Nos conocemos desde hace poquito tiempo, pero desde que llegaste recordé cómo es sonreír. Manuelita que estaba jugando, para y mira a los dos. Papá, ¿te gusta paloma? Alejandro se pone rojo. Manuelita, me gustaría que te gustara. Así ella podría ser mi mami. Las palabras hacen eco en el jardín.
Paloma siente los ojos llenársele de lágrimas. Manuelita, no es así como funciona. ¿Por qué no? Tú la quieres. Yo la quiero. Ella nos quiere. ¿No es así como se forma una familia? Alejandro y Paloma se miran. Paloma, tú. Yo los quiero a los dos. Muchísimo. En serio, muchísimo. Alejandro se acerca despacito. Puedo besarte, Paloma asiente.
El beso es dulce, delicadito, lleno de cariño y esperanza. Manuelita aplaude. Ahora somos una familia de verdad. se separan riéndose. Por un momento todo parece perfecto, pero desde la ventana de la sala, Rebeca observa con odio en la mirada, toma el teléfono. Armando, la payasada del besito ya pasó.