¡MILLONARIO VE A LA EMPLEADA DEFENDIENDO A NIÑA EN SILLA DE RUEDAS… Y EL OSCURO SECRETO FAMILIAR…

Señora Montemayor, en 20 años trabajando en educación, nunca había visto a una niña tan segura de sí misma, tan generosa. Alguien le enseñó a esta niña a amarse de verdad. Manuelita siempre ha sido especial. Sí, pero este tipo de autoestima no nace de la nada. Alguien trabajó mucho para que se sintiera así. Cuando Paloma sale de la escuela está radiante de orgullo.

Para en el supermercado, compra todo lo que le gusta a la familia y regresa a casa para preparar una cena especial. Alejandro llega del trabajo y encuentra la mesa puesta con velas y flores. ¿Qué es todo esto? Estamos celebrando. ¿Celebrando qué? Paloma le cuenta sobre la conversación en la escuela. Alejandro se emociona.

Nuestra hija es realmente increíble. Sí. ¿Y sabes por qué? ¿Por qué? Porque tiene un papá que siempre le demostró que es perfecta como es. Un papá que la ama sin condiciones y una mamá que le enseñó a valorarse. Manuelita llega de la escuela en ese momento. Hola, papá. Hola, mami. Hola, princesa. ¿Cómo estuvo la escuela? Estuvo padrísima. Hay un niño nuevo en mi salón.

Se llama Pedrito y también usa silla de ruedas. ¿Y cómo le fue en su primer día? Al principio estaba medio triste, pero fui y le enseñé que usar silla de ruedas puede ser divertido. Y le gustó, le gustó. Ya somos amigos. Hasta me invitó a ir a su casa el sábado. Alejandro y Paloma intercambian miradas orgullosas.

Manuelita, la directora le habló a tu mami hoy. Habló. ¿Hice algo malo? No, princesa. Habló para elogiarte. En serio. En serio. Dijo que fuiste muy gentil con Pedrito. Ay, no fue nada del otro mundo. Solo me acordé de cuando yo estaba triste, igual que él. ¿Y qué pensaste? Pensé, si mi mami estuviera aquí, ¿qué le diría? Entonces le dije que es perfecto como es, que la silla no define quién es.

Paloma se arrodilla frente a la silla. Manuelita, sabes que te amo muchísimo, ¿verdad? Sé. Y yo también te amo, mami. Eres la hija más increíble del mundo. Ya sé. Todos se ríen de su respuesta tan segura. Durante la cena, Alejandro levanta la copa. Quiero hacer un brindis por nuestra hija, que hoy demostró tener el corazón más generoso del mundo.

Y yo quiero brindar por nuestra familia que me enseñó qué es el amor de verdad. Y yo quiero brindar por nuestra casa que ahora siempre está llena de alegría. Después de que Manuelita se va a dormir, Alejandro y Paloma se quedan en la sala platicando. Alejandro, ¿puedo preguntarte algo? Claro.

¿Te arrepientes de algo? De haberte casado conmigo, de haber cambiado toda nuestra vida. Alejandro la mira como si hubiera escuchado la tontería más grande del mundo. Paloma, mírame. Ella lo mira. Nunca me he arrepentido de nada tanto como me arrepiento de haber tardado en pedirte que te casaras conmigo. ¿Por qué? Porque cada día contigo es mejor que el anterior.

Cada día te amo más. Me siento más orgulloso de la mujer que eres. En serio. En serio. ¿Y sabes qué es lo mejor? ¿Qué? Que todavía tenemos toda la vida por delante, toda una vida para ser felices, para ver crecer a Manuelita. para construir nuestra historia juntos. Paloma abraza fuerte a Alejandro. Te amo tanto que a veces hasta me da miedo. Yo también te amo.

Amo la familia que construimos. Se quedan dormidos abrazados en el sofá y cuando Dolores viene a apagar las luces, les pone una manta encima. Gracias, Dios, por traer tanta felicidad a esta casa. Un año entero pasó desde la boda y la familia Montemayor está más unida que nunca. Manuelita, ahora de 9 años, se volvió una de las niñas más queridas de la escuela.

No solo porque es carismática y lista, sino porque tiene un talento natural para ayudar a compañeros que pasan por dificultades. Paloma se graduó en pedagogía y consiguió trabajo en la misma escuela de Manuelita trabajando con niños especiales. Descubrió que tiene un don real para la educación. Alejandro expandió la empresa, pero lo más importante es que aprendió a equilibrar trabajo y familia.

Nunca más se pierde una presentación de la escuela o un momento importante de las muchachas. Y Dolores sigue siendo el alma de la casa, cuidando a todos con cariño de familia de verdad. Este domingo por la mañana están todos en el jardín. Alejandro le está enseñando a Manuelita a jugar damas. Paloma está plantando flores nuevas. Dolores está preparando un almuerzo especial.

Papá, ¿puedo preguntarte algo? Claro, princesa. ¿Todavía piensas en Rebeca a veces? Alejandro para el juego y se queda pensativo. Es raro que Manuelita toque ese tema. A veces. ¿Por qué te pones triste cuando piensas en ella? Ya no. Al principio sí, porque fue parte de mi vida por mucho tiempo, pero ahora solo siento alivio.

Alivio por qué. Porque ya no puede lastimar a nuestra familia. Manuelita sonríe. Qué bueno, porque nuestra familia es perfecta como es. Paloma se acerca a ellos quitándose los guantes de jardinería. ¿De qué están hablando? De nuestra familia perfecta. Ah, sí. ¿Y qué tiene de perfecta? Manuelita piensa por un segundo.

Todo el papá que me ama como soy, la mami que me enseñó a amarme, Dolores que nos cuida y nuestra casa que siempre está llena de risas. Alejandro mira a Paloma, después a Manuelita, después a la casa donde viven. ¿Sabes una cosa, princesa? Tienes razón. Nuestra familia sí es perfecta. Van. ¿Y saben por qué? ¿Por qué? Paloma pregunta. Porque nos escogimos, decidimos amarnos.

Alejandro se queda impresionado con la sabiduría de su hija. Exacto. La familia no es solo sangre, es elección, es amor, es cuidado. Rebeca era de tu sangre, pero nunca fue familia de verdad. Mami no es de nuestra sangre, pero es más familia que cualquier persona. Paloma siente los ojos llenársele de lágrimas de emoción. Gracias por haberme escogido.

Gracias a ti por habernos escogido también. Manuelita aplaude desde la silla. Ya basta de sentimentalismos. Vamos a terminar este juego. Todos se ríen. Dolores aparece en la puerta de la casa. El almuerzo está listo y tengo una sorpresa. ¿Qué sorpresa? Hice el pastel de chocolate que tanto le gusta a Manuelita, pero no es cumpleaños de nadie.

No necesita ser cumpleaños para celebrar. Hoy es domingo. Están todos aquí sanos y felices. Eso ya es motivo suficiente. Durante el almuerzo, Alejandro hace un brindis. Quiero brindar por un año de matrimonio, el año más feliz de mi vida. Y yo quiero brindar por nuestra hija, que todos los días me enseña algo nuevo sobre el amor.

Y yo quiero brindar por mi papá y mi mami, que son los mejores papás del mundo. Y yo quiero brindar por esta familia linda que Dios me dio el honor de cuidar. Después del almuerzo, cuando Manuelita está jugando en el jardín, Alejandro y Paloma se quedan en la terraza platicando. Alejandro, ¿ya te pusiste a pensar en todo lo que pasó? ¿Cómo? Hace un año y medio yo era solo una empleada doméstica. Tú eras un viudo triste.

Manuelita era una niña lastimada. Y ahora, ahora somos una familia feliz. Tú volviste a sonreír. Yo encontré mi lugar en el mundo. Manuelita está floreciendo. Alejandro le toma la mano. ¿Sabes qué aprendí? ¿Qué? Que a veces las cosas malas pasan para que valoremos las cosas buenas. Si Rebeca no hubiera hecho todo lo que hizo, tal vez nunca te habría contratado y nunca nos habríamos conocido.

Es verdad. Entonces, al final hasta el sufrimiento sirvió para algo. Paloma sonríe. ¿Crees que nuestra historia va a tener final feliz para siempre? Estoy seguro, porque aprendimos que la felicidad no es ausencia de problemas, es tener amor suficiente para enfrentar cualquier cosa juntos. Te amo tanto, Alejandro. Yo también te amo.

Y amo la familia que construimos. Se besan en la terraza viendo a Manuelita jugar en el jardín donde todo empezó. Mami, papá, vengan a jugar conmigo. Ya vamos, princesa. Alejandro y Paloma bajan al jardín tomados de la mano. Manuelita está aventando una pelota hacia arriba desde la silla y tratando de atraparla.

Vamos a hacer una ronda, Manuelita sugiere. ¿Cómo vamos a hacer ronda si estás en la silla? Alejandro pregunta jugando fácil. Ustedes caminan alrededor de mí mientras yo giro la silla. Pasan toda la tarde jugando juntos como una familia de verdad, como siempre soñaron que fuera. Cuando el sol empieza a meterse, Dolores aparece con un jugo helado para todos.

Qué tarde tan linda pasaron. La mejor tarde de mi vida, Manuelita declara. ¿Por qué la mejor? Paloma pregunta, porque tengo todo lo que siempre quise. Un papá que me ama, una mami que me cuida, una casa llena de alegría y una abuela Dolores que hace el mejor pastel del mundo.

Alejandro siente el corazón llenársele de gratitud. Princesa, ¿sabes que tu mami Carolina también te amaba muchísimo, verdad? Sí, sé, pero ahora tengo dos mamis. una que vive en el cielo y me cuida desde allá y una que está aquí a mi lado todos los días. Paloma abraza a Manuelita y sabes que te voy a cuidar para siempre, ¿verdad? Sé.

Y yo voy a cuidarlos a ustedes también cuando estén viejitos. Todos se ríen. Ya estoy viejita. Dolores bromea. Entonces ya voy a empezar a cuidar a la señora. Cuando anochece entran a la casa. Manuelita se va a dormir a su propio cuarto. Ya creció y ahora quiere privacidad de niña grande.

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