Alejandro y Paloma se quedan en la sala viendo una película vieja en la televisión. Alejandro. Mm. Gracias porque esta vez por haberme dado la oportunidad de ser mamá, por haberme demostrado que soy capaz de ser amada. Gracias a ti por haberme salvado de la tristeza. por haber devuelto la alegría a mi vida. Nos salvamos mutuamente. Es verdad.
Alejandro mira la casa alrededor, las flores que plantó Paloma, los dibujos de Manuelita en el refrigerador, las fotos de la familia por toda la sala. ¿Sabes una cosa? ¿Qué? Esta casa nunca había sido tan hogar como ahora. ¿Por qué? Porque ahora tiene amor de verdad en cada rincón. Paloma se acurruca en el pecho de Alejandro y es solo el comienzo.
Todavía tenemos toda una vida por delante, toda una vida de amor, de risas, de familia y de desafíos también, porque la vida siempre tiene desafíos. Pero vamos a enfrentar todo juntos. Juntos. Se quedan dormidos, abrazados en el sofá, como hacen casi todas las noches. Y Dolores cuando viene a apagar las luces, los mira y susurra, “Gracias, Dios, por haber convertido esta casa en un hogar de verdad.
” A la mañana siguiente, Alejandro despierta temprano y encuentra a Manuelita ya en la cocina desayunando con dolores. Buenos días, familia. Buenos días, papá. Buenos días, señor Alejandro. ¿Dónde está Paloma? Todavía está durmiendo. Déjela descansar. Alejandro se sienta a la mesa de la cocina y mira alrededor. Este es el momento que más le gusta del día.
Cuando toda la familia está junta, sin prisa, solo disfrutando la compañía unos de otros. Papá, ¿puedo decirte algo? Claro, princesa. Estaba pensando, podríamos adoptar un hermanito para mí. Alejandro casi se atraganta con el café. Un hermanito. Sí, hay tantos niños que necesitan familia. ¿Podríamos ayudar a uno de ellos? Dolores sonríe desde el fregadero.
Esta niña tiene el corazón más grande que el cuerpo. Pero estaría padrísimo, papá. Imagínate cuántos niños les gustaría tener una familia como la nuestra. Alejandro se queda pensativo. La idea no es absurda. Tienen amor de sobra, tienen condiciones económicas, tienen una casa grande. Voy a platicar con tu mami sobre esto. En serio, si te animarías.
Sí, me animaría si tu mami está de acuerdo y si es bueno para todos. Manuelita aplaude emocionada. Qué padre, siempre quise tener un hermano o hermana. En ese momento, Paloma aparece en la cocina en pijama y con el cabello despeinado. Buenos días, familia. ¿De qué están hablando? Manuelita tuvo una idea. Alejandro le cuenta sobre la conversación. Paloma se sienta al lado de ellos.
¿Y qué opinas, Alejandro? Pregunta, me parece padrísimo. Siempre soñé con tener una familia grande. En serio, mami, ¿sí te animarías a adoptar a un niño? Claro que me animaría. Nuestra casa tiene amor suficiente para una persona más. Manuelita se pone radiante. Entonces vamos a ser una familia aún más grande. Alejandro. Mira a Paloma, que sonríe y asiente con la cabeza.
Entonces está decidido. Vamos a informarnos sobre adopción. Órale. Manuelita celebra. Dolores se acerca a la mesa. ¿Saben que voy a tener que cocinar para una persona más, verdad? Le molesta. Paloma pregunta. Molestarme va a ser una alegría. Mientras más gente en esta casa, mejor. Alejandro mira a su familia reunida en la cocina. Paloma con la sonrisa más linda del mundo.
Manuelita radiante de felicidad. Dolores emocionada con la posibilidad de cuidar a un niño más. Hace dos años esta cocina era silenciosa y triste. Ahora es el lugar más alegre de la casa. Alejandro, ¿en qué estás pensando? Paloma pregunta. Estoy pensando en cómo la vida puede cambiar tan rápido. Para bien, muchísimo para bien.
Y va a seguir mejorando, Manuelita asegura, porque ahora sabemos el secreto. ¿Qué secreto? El secreto para ser feliz es amar y dejarse amar. Alejandro abraza a su hija. ¿Cómo te volviste tan sabia? Aprendí de ustedes dos. Me enseñaron que el amor lo cura todo y sí lo cura paloma completa. Cura la tristeza, cura el miedo, cura la soledad, dolores agrega y cura los corazones rotos. Alejandro termina mirando a Paloma.
Se quedan abrazados en la cocina por unos minutos, solo sintiendo la felicidad de estar juntos. Esta es la historia de la familia Montemayor. Una historia que empezó con dolor, pasó por el miedo, pero terminó con amor. Una historia que prueba que la familia no es quien nace contigo, sino quien decide quedarse a tu lado.
una historia que demuestra que el amor verdadero siempre gana al final y que a veces las mejores cosas de la vida vienen disfrazadas de las peores. Porque si Rebeca no hubiera sido mala, Paloma nunca habría sido contratada. Si Alejandro no hubiera perdido a Carolina, tal vez nunca habría valorado el amor de Paloma.
Si Manuelita no hubiera sufrido, tal vez nunca se habría vuelto tan fuerte y generosa. Al final, todo sirvió para algo. Todo tuvo un propósito. Y el propósito era esta familia linda, unida por el amor más puro que existe. A partir de hoy solo existen días felices en la mansión de los Montemor, porque cuando hay amor de verdad, todos los días son especiales, todos los momentos son preciosos y todas las historias tienen final feliz.