¡MILLONARIO VE A LA EMPLEADA DEFENDIENDO A NIÑA EN SILLA DE RUEDAS… Y EL OSCURO SECRETO FAMILIAR…

Paloma González sube corriendo la escalera de la mansión de los Montemayor cuando escucha gritos que vienen del segundo piso. Es su tercer día como empleada doméstica y reconoce esa voz. Es Manuelita la hija del patrón. Empuja la puerta del cuarto y ve una escena que va a marcar su vida para siempre. Deja de llorar.

Ya naciste defectuosa, por lo menos no seas llorona también. Rebeca Sandoval, la suegra de Alejandro, está de pie al lado de una silla de ruedas pequeñita. En el piso, Manuelita, de 6 años, se arrastra tratando de alcanzar la silla que la abuela puso lejos a propósito. La niña nació sin las piernitas de las rodillas para abajo, teniendo solamente los muslitos. Por favor, abuelita, ayúdame a subir.

Tienes que aprender que en este mundo nadie te va a tener lástima. Rebeca empuja la silla aún más lejos. Paloma no puede quedarse quieta. Hola, princesa. Te ayudo. Manuelita se esconde detrás de sus bracitos. No me mires, soy fea. Paloma se agacha despacito, quedando a la altura de los ojos de la niña.

Fea, tienes los ojitos más bonitos que he visto en mi vida. Manuelita deja de llorar por un segundo. Nadie nunca le había dicho que era bonita. Paloma carga a la niña hasta la silla de ruedas. Cuando Manuelita se acomoda, una sonrisita aparece en su rostro. Listo, ahora estás en tu trono de princesa. Es ahí cuando Rebeca explota. ¿Quién te crees que eres? No ayudes a esa inútil. Tiene que aprender que en este mundo nadie le va a tener lástima.

Rebeca agarra el brazo de Paloma y la empuja lejos de Manuelita. Te pagamos para que limpies, no para que juegues a las muñecas con esta discapacitada. Ponte de rodillas hasta que aprendas tu lugar. Paloma mira a Manuelita asustada y toma una decisión. Se arrodilla así mismito en el piso es donde gente como tú debe estar.

Rebeca obliga a Paloma a limpiar el piso con sus propias manos, sin trapo, sin nada. Las lágrimas escurren por el rostro de Paloma, pero no se rinde. El lugar de los pobres es de rodillas. Aprende de una vez. El ruido de la puerta principal abriéndose hace eco por la casa. Alejandro Montemayor sube la escalera y se para en la puerta del cuarto.

Ve a Paloma de rodillas en el piso llorando. Manuelita encogidita en la silla de ruedas aterrorizada, y Rebeca de pie como una reina cruel. Los ojos de Alejandro se encuentran con los de Paloma por primera vez. Y en ese momento decide que necesita descubrir qué realmente pasa en su casa.

¿Qué está pasando aquí? La voz de Alejandro sale más dura de lo que pretendía. Rebeca rápidamente cambia la expresión. Ay, Alejandro, qué bueno que ya llegaste. Esta muchacha estaba entorpeciendo el desarrollo de Manuelita. Alejandro mira a su hija, que tiene el rostro rojito de tanto llorar. Papá. La vocecita frágil de Manuelita llama la atención de todos.

Cuando Alejandro se acerca, ella susurra algo que solo él escucha. La abuelita escondió mi silla otra vez. Alejandro mira a Rebeca, después a la silla que está lejos de la cama. ¿Por qué la silla de Manuelita estaba lejos? Le estaba enseñando a ser independiente. En el mundo de afuera nadie la va a estar cargando en brazos.

Alejandro siente una molestia creciendo en el pecho. Cuando Rebeca sale del cuarto, se acerca a Paloma. Discúlpame por lo que pasó. A veces mi suegra se pone muy estresada. Más tarde, cuando Alejandro sale a trabajar, Paloma se queda solita con Manuelita. ¿Te gusta jugar? La abuelita dice que no puedo jugar, que los juguetes son para niños normales. ¿Y tú le crees? Sé que soy diferente.

Mi mami murió porque nací mal. ¿Quién te dijo eso? La abuelita dijo que mi mami se puso muy triste cuando nací sin los piececitos. Paloma cierra los puños. ¿Qué tipo de persona le dice eso a una niña? Manuelita, tu mami te amaba muchísimo y tú no naciste mal, naciste especial. Por primera vez desde que llegó a esa casa. Manuelita sonríe de verdad.

Paloma toma algunos trapos de limpieza y le enseña a Manuelita a hacer muñequitas. Por primera vez en meses, el cuarto se llena de risitas. Es en ese momento que Rebeca aparece en la puerta. ¿Qué está pasando aquí? Manuelita se encoge y esconde las muñequitas. Perdóname, abuelita. Ah, Paloma.

Deberías estar limpiando, no llenándole la cabeza a esta niña con tonterías. Rebeca toma las muñequitas de trapo y las tira a la basura. Manuelita empieza a llorar. Y tú, llorona, te vas al closet y no quiero escuchar ni pío. Paloma ve a Manuelita siendo empujada al closet pequeño y oscuro. La puerta se cierra.

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