MILLONARIO LLEGÓ SIN AVISAR Y VIO A LA NIÑERA CON SUS HIJOS… LO QUE VIO LO HIZO ENAMORARSE…

Primero cierren los ojos y junten sus manos. Así les mostró. Ahora respiren hondo y luego me van a repetir lo que yo diga. Está bien. Está bien. Valeria cerró sus propios ojos. Gracias por este día. Gracias por este día repitieron las tres vocecitas. Gracias por la comida que nos alimenta. Gracias por la comida que nos alimenta. Gracias porque no estamos solos. Gracias porque no estamos solos. Valeria abrió los ojos. Los tres niños tenían expresiones de concentración absoluta.

Ahora díganle algo que los hizo felices hoy. Santiago habló primero tímido. Me hizo feliz jugar en nuestro jardín. A mí me hizo feliz que Valeria no se enojó cuando rompí un vaso”, añadió Mateo. Diego tardó más. Luego me hizo feliz sentir que alguien nos quiere. Valeria tuvo que parpadear rápido para no llorar frente a ellos. Muy bien, ahora pueden pedirle ayuda con algo que les da miedo. Tengo miedo de que Valeria se vaya, dijo Santiago inmediatamente. Tengo miedo de que papá nunca nos vea agregó Mateo.

Diego apretó sus manos con más fuerza. Tengo miedo de que siempre duela tanto. Y ahora, dijo Valeria con voz quebrada, le damos gracias porque él escuchó. Gracias porque escuchaste, dijeron los tres. Cuando abrieron los ojos, algo había cambiado en la habitación. Una quietud que no existía antes. “Así se siente la paz”, preguntó Santiago. “Sí, mi amor, así se siente.” Esa noche los tres niños durmieron sin pesadillas por primera vez desde que Valeria llegó. Y cuatro días después, cuando Sebastián Montalvo regresara sin avisar de su viaje a Shanghai, los encontraría rezando juntos como si hubieran sabido hacerlo.

Sebastián no durmió esa noche. Se quedó sentado en el sillón de su habitación, mirando por la ventana hacia el jardín oscuro. Cada vez que cerraba los ojos, veía la imagen de sus hijos arrodillados en oración. Las palabras de Santiago resonaban en su cabeza como campanas. Ya no tengo miedo en la noche. ¿Cuándo había empezado a tener miedo? Cuántas noches había llorado solo mientras Sebastián estaba en algún hotel en el otro lado del mundo. A las 6 de la mañana tomó su teléfono y llamó a su asistente personal.

Cancela Singapur. Perdón, señor. La reunión con los inversionistas es en tres días. Cancélala. Reagéndala para dentro de dos meses. Pero, señor Montalvo, esta negociación lleva medio año de preparación. María, tengo que repetirlo. Su voz salió más dura de lo que pretendía. Cancela todo lo que tengo programado para las próximas seis semanas. Estaré trabajando desde casa. Hubo un silencio atónito. ¿Está todo bien? Sí, respondió Sebastián, sorprendiéndose a sí mismo. Por primera vez en mucho tiempo. Creo que sí.

Leave a Comment