Millonario debe pagar 980M a su ex embarazada, hasta que una joven pobre descubre la verdad….

Su historia se mantenía coherente y sus ojos contenían esa verdad que los jueces experimentados aprenden a reconocer. Ema dijo con suavidad la jueza Morrison, “¿Cómo llegaste a tener esos supuestos resultados de ADN? Esta es una acusación muy seria la que estás haciendo. El mentón de Ema tembló ligeramente, pero su voz se mantuvo firme como el granito.

Después de que mi mamá murió de cáncer hace 6 meses, seguí viviendo en el cuarto de servicio de la casa grande del tío Marcus, porque nadie sabía qué hacer conmigo. Nadie me notaba mucho. Soy muy buena para estar callada e invisible. Así que escuché muchas cosas, cosas que los adultos dicen cuando creen que los niños no oyen.

La sala estaba tan silenciosa que se podía escuchar el zumbido del sistema de calefacción y el leve tic del antiguo reloj en la pared. El rostro de Richard se había puesto pálido mientras las piezas de un rompecabezas aterrador comenzaban a formarse en su mente, creando una imagen que nunca había querido ver. La señora Victoria iba a visitar al tío Marcus. Casi todas las semanas cuando el Sr.

Richard viajaba por negocios, continuó Ema su inocencia de 7 años, haciendo la revelación aún más devastadora. Se abrazaban y se besaban como lo hacen los esposos, no como lo harían un hermano y una hermana. Y la señora Victoria siempre lloraba porque no podía tener hijos con el señor Richard sin importar cuánto lo intentaran, pero entonces se quedó embarazada y el tío Marcus estaba tan feliz que bailaba en su oficina.

Marcus permanecía congelado como una estatua con gotas de sudor, formándose en su frente y labio superior. A pesar del fresco aire otoñal del tribunal, su traje caro de pronto parecía arrugado y su peinado perfecto estaba revuelto de tanto pasarse las manos nerviosas por el cabello. Jues a Morrison. Está claro que esta niña ha sido entrenada y aleccionada. Sus declaraciones son puro testimonio de oídas y no deberían.

Déjela terminar”, interrumpió Richard en voz baja, apenas un susurro, pero cargado con el peso de 20 años de traición. Durante dos décadas se había preguntado por qué Victoria nunca podía concebir a pesar de los costosos tratamientos de fertilidad. Durante 20 años se culpó a sí mismo. Se sometió a incontables pruebas humillantes.

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