Mi madre murió hace dos años y siempre llevo una foto del anillo porque es lo único valioso que me dejó. Con manos temblorosas, Lía sacó un teléfono móvil gastado y comenzó a buscar entre las fotos. Cuando encontró la que buscaba, se la mostró a Gael con expresión nerviosa. Gael miró la pantalla y sintió como si el mundo entero se hubiera detenido.
El anillo en la foto era idéntico al suyo, en cada detalle imposible. La misma esmeralda perfecta, los mismos diamantes dispuestos en el mismo patrón exacto, la misma marca del joyero italiano grabada en el oro que solo él conocía. Pero eso era imposible, completamente imposible. ¿Cuál era el nombre completo de su madre?, preguntó Gael, su voz apenas audible. Almendra Herrera respondió Lía.
¿Por qué conocía usted a mi madre? El nombre golpeó a Gael como un rayo. Almendra. Su almendra. Pero el apellido era diferente. Su almendra se llamaba Almendra Ruiz antes de casarse con él y había muerto como Almendra Monteverde. Nunca había usado el apellido Herrera.
“¿Puede decirme cuándo nació usted?”, preguntó Gael tratando desesperadamente de procesar la información. “En marzo del 2001”, respondió Lía, cada vez más confundida por las preguntas. Gael hizo los cálculos mentalmente y sintió que las piernas se le debilitaban. Marzo del 2001, exactamente 9 meses después de la última noche que había pasado con Almendra antes de su muerte en junio del 2000.
“Señor, ¿se encuentra bien?”, preguntó Lía, notando que el color había desaparecido del rostro de Gael. parece que va a desmayarse. Gael se aferró al borde de la mesa tratando de encontrar alguna explicación lógica para lo que estaba sucediendo, pero cada detalle apuntaba hacia una conclusión tan imposible que su mente se negaba a aceptarla.