Mi madre desapareció el día de su boda. Años más tarde, encontré su vestido en una venta de garaje

Le di las gracias a la mujer y conduje a casa en silencio.

Por la noche, saqué las viejas cajas del armario: lo que quedaba de sus cosas. Cartas, fotos, recibos. Y allí, enterrada bajo un montón de tarjetas de felicitación, encontré una carpeta de cartón, con su letra en la portada: Papeles de la casa y finanzas.

Dentro había extractos, contratos, fotocopias de cheques. Al principio, todo aquello no me decía nada. Luego me di cuenta de varias retiradas importantes de su cuenta, todas en las semanas previas a la boda. Decenas de miles de dólares. Los cheques estaban a nombre de una desconocida: Margaret Ellis.

Busqué ese nombre en Internet y me topé con algo sorprendente: Margaret Ellis era la exmujer de David.

De repente, todo lo que mi madre había escrito cobraba sentido. Había descubierto que David seguía vinculado financieramente —quizás incluso implicado en secreto— con su exmujer. Debió de enfrentarlo, preocupada por lo que eso significaba para su futuro. Y algo salió muy mal después.

No sabía si mi madre había huido o si había pasado algo más, pero una cosa estaba clara: no me había abandonado sin más. Estaba intentando protegerse; quizá incluso protegerme a mí.

Unos días después, decidí enfrentarme a David. Seguía viviendo en la misma casa que había compartido con mi madre, ahora jubilado y vuelto a casar. Cuando abrió y me vio, su rostro expresó sorpresa… y algo más que no pude descifrar.

«Lily», dijo en voz baja. «Han pasado años». «Sí», respondí. «Tenemos que hablar».

Leave a Comment