Mi esposo tomó a escondidas mi tarjeta bancaria para llevar a su amante de viaje, pero al llegar al aeropuerto, el oficial de migración declaró fríamente una frase que los dejó a los dos paralizados…

Yo y Carlos nos casamos hace 7 años y tenemos un hijo pequeño. Desde el día de la boda, siempre pensé que mi esposo era un hombre tranquilo, trabajador y responsable. Carlos trabajaba en una oficina, mientras yo vendía en línea y tenía ingresos estables. Cada mes, ambos aportábamos a una cuenta común para los gastos familiares. Pero como a mí me iba mejor en el negocio, la tarjeta bancaria estaba principalmente a mi nombre. Carlos conocía la contraseña, aunque jamás imaginé que un día se aprovecharía de eso.

Últimamente, Carlos había cambiado mucho. Llegaba tarde a casa con frecuencia, siempre con la excusa de horas extras o reuniones con clientes. Su teléfono no se separaba de sus manos y no permitía que nadie lo tocara. Dentro de mí crecían las sospechas, pero no tenía pruebas.

Una noche, mientras él se bañaba, su celular vibró sobre la mesa. Sin querer vi el mensaje: “Recuerda preparar el pasaporte, mañana nos vamos de vacaciones, ¡estoy tan emocionada!” Sentí que el corazón se me rompía. Con manos temblorosas abrí el chat y descubrí que ya había comprado boletos de avión y reservado un hotel de lujo… todo pagado con mi tarjeta bancaria.

Solté una risa amarga. Resulta que todo mi esfuerzo, las noches sin dormir trabajando para ahorrar para nuestra familia, él lo usaba en secreto para consentir a otra mujer.

Esa noche no pude dormir, pensando en cómo desenmascararlo. No quería montar un escándalo en casa para no afectar a nuestro hijo, pero tampoco podía permitir que él y su amante derrocharan el fruto de mi trabajo. Y entonces se me ocurrió un plan perfecto.

A la mañana siguiente, Carlos se levantó temprano, se vistió elegante y me dijo:
—Tengo que salir de viaje de negocios unos días. Tal vez no pueda comunicarme mucho, cuida al niño, ¿sí?

Yo sonreí forzadamente y solo respondí:
—Ajá.

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