Mi Esposo Me Llamó ‘Vieja’ Por Su Amante. Pero Cuando Yo Empecé… ¿Él Lo Perdió Todo.

Mira aquí. acepta renunciar a todos los derechos sobre la villa y todos los bienes contenidos en ella. Esta casa es completamente tuya ahora. Él todavía cree que está a su nombre. Siempre lo ha estado. Pero como él pagaba los gastos de comunidad y las facturas desde que nos casamos, tomé un sorbo del café que me había traído, un dulzor sutil en medio del amargor. Elena soltó una carcajada tan fuerte que casi se atraganta con el café. Dios mío, me encantaría ver su cara cuando se entere.

dejó la taza y de repente se puso seria. Sofía, ¿estás segura de esto? Una vez que presentes esto en el juzgado, no habrá vuelta atrás. Vuelta atrás. Me acerqué a la ventana y miré las rosas en plena floración del jardín, las que el propio Javier había plantado para mí al principio de nuestro matrimonio. Ese camino se cerró hace dos años, la primera vez que me fue infiel. Elena suspiró y sacó un sobremanila de su bolso. Entonces, necesitarás esto.

Lo abrí. Dentro había un fajo de fotografías y varios extractos bancarios. En las fotos, Javier abrazaba cariñosamente a una mujer joven en varios lugares. Un restaurante, la entrada de un hotel, incluso el cine al que solíamos ir. La mujer parecía tener poco más de 20 años con el pelo largo y ojos grandes. Era Laura Fuentes, la misma de la que hablaba anoche por teléfono. El día de tu cumpleaños dijo que tenía una urgencia en la empresa y se fue.

En realidad se llevó a esa chica a Ibisa, dijo Elena, señalando una foto con un fondo de mar y cielo azul. Con dinero de vuestra cuenta conjunta. Revisé los extractos bancarios. Mis dedos temblaban ligeramente, no de tristeza, sino de rabia. Javier había usado nuestro dinero para comprarle a Laura artículos de lujo, pagarle el alquiler e incluso financiar la apertura de una cafetería. Gracias, Elena. Guardé los documentos. Esto me será muy útil. Somos amigas desde hace 10 años.

No digas eso. Desde la universidad supe que Javier no era para ti. Si no hubieras estado tan loca de amor, entonces, negué con la cabeza, interrumpiéndola. La Sofía de entonces era demasiado ingenua. La de ahora solo quiere recuperar lo que es suyo. Mientras hablábamos, oímos el sonido de la cerradura de la puerta principal. Elena y yo intercambiamos una mirada. Rápidamente guardó los papeles en su bolso. Javier entró vestido de traje. Se sorprendió visiblemente al ver a Elena, pero enseguida esbozó su habitual sonrisa falsa.

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