Pero por ahora, tengo trabajo que hacer.
Porque hay muchas Ugonnas allá afuera.
Y mientras mi rostro siga siendo visible, ninguna de ellas volverá a ser tratada como si no valiera nada.
Yo no nací para ser bonita.
Nací para ser inolvidable.
Y lo estoy logrando.
💔 “Me mandaron al pueblo porque era demasiado fea para casarme — 15 años después, regresé como la cara visible de su mayor empresa” – Parte 3: EL SECRETO FINAL
(Drama emocional, revelaciones familiares, redención y un giro que lo cambia todo)
Un año después de la muerte de mi abuela… algo inesperado sucedió.
Había terminado una gira de conferencias en Sudáfrica, cuando me llegó un mensaje de voz de mi madre. Estaba llorando.
—“Ugonna… hija. Hay algo que siempre oculté. Pero ya no puedo más. No puedo morir sin decirte la verdad.”
Morir. Esa palabra me heló la sangre.
Volé de inmediato a Enugu. Mi madre ya estaba postrada en cama. Más delgada. Más frágil. Y con una mirada… distinta. Casi arrepentida.
Me senté a su lado. No sabía qué esperar.
Ella temblaba.
—“Tú… tú no eres mi hija biológica.”
El silencio fue total. Como si el mundo se detuviera.
—“¿Qué… estás diciendo?”, susurré, sintiendo que me faltaba el aire.
—“Hace 30 años… tu padre me fue infiel con una mujer del pueblo. Una curandera. Él juró que había sido un error, pero nueve meses después… esa mujer murió dando a luz. Y la bebé… eras tú.”
—“¡No… no puede ser…!” Mi voz se quebró.
—“Tu padre… me suplicó que la criáramos como nuestra. Que nadie supiera la verdad. Acepté… pero no pude amarte como a las otras. Cada vez que te miraba, solo veía su traición. Lo sé… fue cruel. Injusto. Pero no supe ser mejor…”
Yo no lloré.
No grité.
Solo sentí cómo el mundo que había construido… se tambaleaba.
¿Toda mi vida había sido una mentira?