Las gemelas del viudo millonario no podían dormir… hasta que la nueva niñera negra hizo algo impensable.
Mientras tanto, el vínculo de Amara con las gemelas se fortaleció. Se reían cuando ella entraba en la habitación, la abrazaban y dormían plácidamente todas las noches. Daniel se encontraba observándola con una mezcla de gratitud e inquietud.
Una noche, mientras estaban junto a la puerta de la guardería, dijo: «Has hecho más de lo que jamás imaginé. Pero esto —protegerlos del peligro— es demasiado grande para que lo cargues tú sola».
Amara lo miró a los ojos. «No le temo a quien esté detrás de esto. Le hice una promesa a tu esposa. Y pienso cumplirla».
Una semana después, casi ocurrió un “accidente”. La ventana de la habitación de los gemelos había quedado abierta a pesar de los estrictos protocolos de seguridad, y una fuerte tormenta casi la abrió de par en par. El equipo de seguridad de Daniel no encontró señales de entrada forzada, pero Amara estaba segura: “Fue deliberado”.
Daniel reforzó su seguridad y confrontó a su socio más cercano, quien era el que más tenía que ganar si algo le sucedía a él o a sus herederos. La reacción nerviosa del hombre lo confirmó: efectivamente existía un complot para eliminar a los gemelos de la sucesión.
Esa noche, tarde, Daniel encontró a Amara meciendo a uno de los bebés. “Los salvaste”, dijo en voz baja. “No solo haciéndolos dormir, sino protegiéndolos de maneras que ni siquiera vi”.
Amara sonrió levemente. «Solo cumplí mi promesa».
Daniel exhaló. «Amara… No puedo hacer esto sin ti. No solo como su niñera, sino…». Se detuvo, dándose cuenta del peso de lo que estaba a punto de decir.
Ella lo miró con la mirada fija. «No solo necesitan una niñera, Daniel. Necesitan una familia. Y tú también».
A partir de esa noche, trabajaron juntos, no solo para cuidar a los gemelos, sino para descubrir toda la conspiración. Lo que empezó como un intento desesperado por ayudar a dos bebés insomnes se había convertido en algo que ninguno de los dos esperaba:
Una lucha por la familia.
Una lucha por la confianza.
Y una lucha por sus propias vidas.
Parte 2: “El Legado Invisible”
Las semanas siguientes fueron una mezcla de calma y tensión. La calma venía de los gemelos, que dormían mejor, reían más, y parecían, por fin, haber encontrado algo parecido a paz. La tensión, sin embargo, colgaba como una nube baja sobre la mansión Harrington, invisible pero densa, sobre todo para Daniel.
Ahora sabía que su vida —y la de sus hijos— había estado bajo amenaza, y no por un enemigo externo, sino por alguien dentro de su propio círculo.
Pero ¿quién? ¿Y por qué?
Una noche, mientras Amara les leía un cuento a los gemelos, Daniel la interrumpió.
—Hoy estuve en la bóveda de seguridad de la compañía —dijo con voz contenida—. Encontré algo que no había visto antes.
Amara lo miró sin dejar de acariciar el cabello de uno de los niños.