La Riviera: El Secreto que Habla en Francés

Ella lo miró sin poder moverse. En segundos, los agentes lo rodearon y lo esposaron. Mancini no resistió.

Mientras se lo llevaban, giró la cabeza hacia ella y dijo solo una frase: “No sabes quién eres, Isabela, pero lo descubrirás.”

Las puertas se cerraron. El sonido de las sirenas cortó la noche.

Isabela se quedó allí, parada. El miedo se había transformado en algo nuevo: la necesidad de descubrir la verdad.

🔑 El Legado de la Tragedia
El reloj marcaba la medianoche cuando Isabela volvió al restaurante vacío. El aire del sótano era frío y húmedo. La madera del suelo crujía. Su corazón latía fuerte.

Caja azul, repetía mentalmente.

Empujó otras cajas y allí estaba. Una pequeña caja de metal azul con un candado oxidado y el nombre Claire D grabado a mano.

Sus manos temblaban. Cuando la abrió, un ligero aroma a papel antiguo escapó. Dentro había una carta, algunas fotos antiguas y un medallón de plata.

Leyó la carta: “*Si estás leyendo esto, hija mía, es porque la verdad finalmente encontró el camino de vuelta… El hombre que te protegió de las sombras, Vittorio Mancini, no es tu enemigo. Él es tu padre.”

Isabela sintió que el suelo se desvanecía. Las lágrimas cayeron sin control. Vittorio, su padre. El hombre temido, el criminal implacable, era el hombre que, sin saberlo, ella había servido todas las noches.

“Vittorio nunca supo que naciste. Huí para protegerte. Había gente que quería destruirme por su causa. Prometí que te mantendría lejos de ese mundo…”

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