La monja que rompió el protocolo para llorar al papa Francisco decide hablar y rompe el silencio.

Desde entonces, ella se convirtió en una figura habitual en su entorno, compartiendo encuentros personales e incluso llevando consigo a representantes de comunidades por las que ha abogado activamente.

Uno de los momentos más significativos ocurrió el año pasado, cuando Francisco viajó a Ostia para visitarla en su residencia, en un gesto que reflejaba el aprecio mutuo.

El instante que marcó a tantos tuvo lugar el 23 de abril en la basílica de San Pedro. Aunque el protocolo limitaba el acceso al féretro, Geneviève se acercó sin interrupciones, y su presencia fue recibida con respeto. El silencio, la emoción y la sinceridad de su gesto hablaron por sí solos.

En declaraciones a Noticias Telemundo, la hermana describió al papa como “un gran padre, un gran amigo, un gran hermano”, y relató que durante varios días visitó su ataúd en señal de despedida.

También compartió que llevó consigo las intenciones de muchas personas que, imposibilitadas de asistir, le pidieron que las tuviera presentes en ese último adiós.

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