Esa voz tranquila. Esa única decisión. Cambiaría todo.
Se dio la vuelta. El corazón le golpeaba contra las costillas. Un tambor de guerra.
La Confrontación Silenciosa (Acción vs. Miedo)
—Señor—dijo Emily. La voz le salió firme. Pulida por años de educación forzada y turnos dobles.
Alexander Grant se detuvo. Lento. Su mirada color peltre se posó en ella, analítica. Sin irritación. Solo expectativa.
—Creo que hay un error en su cuenta—añadió ella. Se acercó un paso. Sostuvo el ticket.
El aire se hizo denso.
—¿Un error?—El tono de Grant era bajo, una seda peligrosa.
—Sí—respondió Emily. Mantuvo la mirada. No parpadeó. —Ha pagado de más. Por trescientos dólares. La suma está mal. Estoy segura de que no fue su intención.
El millonario la estudió. Un silencio que se estiró, se retorció. Pareció durar los ocho años que Emily había pasado sirviendo mesas. La mayoría de la gente habría guardado el dinero. La mayoría no se atrevería a corregir al hombre más poderoso de la ciudad.
Pero en lugar de ira, en lugar de la impaciencia que esperaba, el rostro de Alexander Grant se relajó. Una expresión inesperada. Una rendición.