La Invitación Dorada: El Rescate de la Cenicienta Invisible

El Baile de la Verdad

Catherine recuperó la compostura. Se acercó, su sonrisa falsa, un arma cargada.

“Isabella,” siseó entre dientes. “¡Qué juego es este! ¿Acaso…?”

“Ningún juego, Sra. Harrison,” respondió Isabella. Voz baja. Firme. Cuchillo afilado. “Usted me invitó a una gala benéfica. Estoy aquí para apoyar a la caridad.”

Amanda intentó intervenir. “Mamá, esta es nuestra—”

“Disculpe,” una voz. Patricia Monroe, CEO de Monroe Industries. Vestido azul zafiro. Se acercó a Isabella. La ignoró a Amanda. “¿No nos han presentado? Patricia Monroe. Y usted es…?”

“Isabella. Solo Isabella.”

La gente se agolpó. Fascino genuino. Los Harrison quedaron atrapados en su propia maldad. Tenían que sonreír.

Entonces, la sombra. Un hombre alto. Elegancia tranquila. Cabello entrecano. Ojos penetrantes.

Se acercó a Isabella. El aire se movió con él.

“Pareces diferente a la multitud,” dijo. Su voz, cálida. Profunda.

“Podría decir lo mismo de usted.” Sorpresa propia.

“Soy Nathan.”

“Isabella.”

“¿Bailamos?”

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