La hija se queja de dolor de estómago después del fin de semana con su padrastro — La madre lleva a la niña al médico, la doctora ve la ecografía e inmediatamente llama al 911…

Sarah no perdió ni un minuto. Llamó para avisar que llegaría tarde a su supervisora y condujo directamente a la clínica pediátrica de la doctora Emily Carter en las afueras de Denver. La doctora Carter había cuidado de Lily desde su nacimiento, y Sarah confiaba plenamente en ella.

En la sala de examen, la doctora Carter escuchó con atención mientras Lily describía el dolor. Palpó suavemente el abdomen de la niña, pero Lily se estremeció y se encogió con el más leve toque. Algo estaba mal—esto no era solo indigestión.

—Sarah, quiero hacer unas pruebas —dijo la doctora Carter—. Primero una ecografía, solo para estar seguras.

Sarah aceptó, con los nervios al límite. Caminaron por el pasillo hacia radiología, donde un técnico extendió un gel frío sobre el estómago de Lily. Las imágenes en blanco y negro parpadearon en el monitor. La doctora Carter estaba detrás del técnico, con los brazos cruzados, los ojos entrecerrados mientras la sonda se deslizaba por el abdomen de Lily.

De repente, la doctora Carter se tensó. Se inclinó más cerca, y por un segundo su máscara profesional se rompió. Sus labios se apretaron en una línea delgada y cruzó una mirada silenciosa con el técnico.

El corazón de Sarah se desplomó.
—¿Qué es? ¿Qué ve? —preguntó con desesperación.

La doctora Carter se volvió hacia ella, con la voz serena pero urgente.
—Voy a tener que llamar al 911 ahora mismo.

Las palabras cortaron a Sarah como hielo.
—¿911? ¿Para qué? —exigió.

La doctora no respondió de inmediato. Tomó el teléfono de la pared, marcó y habló rápidamente:
—Aquí la doctora Emily Carter de Greenwood Pediatrics. Necesito una ambulancia de inmediato para una niña de ocho años. Sospecha de trauma abdominal, posible hemorragia interna.

Sarah se quedó helada, la habitación girando a su alrededor. ¿Hemorragia interna? ¿Trauma?

Su mirada fue hacia su hija, pequeña y asustada en la camilla. Y en ese instante, una pregunta no dicha desgarró la mente de Sarah: ¿qué había ocurrido realmente durante el fin de semana de Lily con Mark?

La sirena de la ambulancia desgarraba el aire fresco de la mañana mientras Sarah apretaba la mano de Lily, negándose a soltarla. Los paramédicos trabajaban rápido, colocando vías intravenosas y monitoreando los signos vitales. Lily estaba consciente pero débil, su piel húmeda y fría. Sarah mantenía la voz firme, susurrando:
—Vas a estar bien, cariño. Mamá está aquí.

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