La abuela excluye a su nieto más pequeño de su testamento y le deja sólo un cofre polvoriento.

El baúl llegó a casa de Luke unos días después, pero lo escondió inmediatamente en su armario, sin siquiera abrirlo. Luego cortó todo contacto con sus hermanos y siguió adelante con su vida.

Con el tiempo, conoció a Lidia, una mujer maravillosa a la que no le interesaba el dinero y tenía una familia numerosa. Unos años después de casarse, tuvieron una hija, Meredith. Le recordaba mucho a su abuela.

“Estaba enojado con ella por el testamento, pero ahora me avergüenzo de mi comportamiento. Quizás ser el menor de tres hermanos me hizo envidioso e infantil”, le confesó Luke a su esposa una noche mientras intentaban que Meredith se durmiera. Lidia lo consoló y le aseguró que ya no era ese hombre.

Pasaron los años, y Meredith se convirtió en la luz de su vida. Era traviesa y le encantaba leer novelas de misterio. Quizás por eso le encantaba jugar en el ático y rebuscar entre cajas viejas.

Un día, mientras Lidia estaba de compras, Meredith, de diez años, le trajo a Luke el baúl de su abuela. “¡Papá! ¿Qué hay dentro? ¡Este baúl es tan misterioso! ¿Contiene un gran tesoro?”, preguntó emocionada.

Luke estaba leyendo en el sofá, pero se levantó para ver qué había encontrado su hija. “Ay, mi tesoro… No es una caja, es un baúl. ¿Dónde lo encontraste? Hacía años que no lo veía”, respondió, quitándose las gafas y recogiéndolo.

“¡Estaba en el ático! ¿Puedo quedármelo?”, insistió Meredith.

Luke no tenía ni idea de cómo había acabado el baúl en el ático, pero supuso que debía de haber ocurrido durante la mudanza después de casarse con Lidia. “Sí, cariño. Puedes quedártelo. Estaba…”

El cofre de mi abuela. Me lo dio hace años. ¿Pero sabes qué? Nunca lo he abierto. ¿Quieres hacerlo conmigo ahora? —ofreció con entusiasmo.

Meredith se regocijó al ver a Luke forcejear para abrir el candado. Estaba un poco atascado, pero por fin lo consiguió. —Dios mío… —murmuró Luke, mirando dentro. Su hija tenía razón: sí que había un tesoro. Varios lingotes de oro, y Luke también encontró un certificado que lo declaraba propietario.

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