La abuela excluye a su nieto más pequeño de su testamento y le deja sólo un cofre polvoriento.

—Papá, estos lingotes son de oro de verdad, ¿verdad? ¿Te los dio tu abuela? —preguntó Meredith, tocando uno—. ¿Por qué pone ‘100 g’?

—Eso significa que pesa 100 gramos, Meredith —explicó Luke, todavía asombrado. Había diez lingotes de oro en el cofre. Meredith los observó con asombro y los acarició.

—¡Mira, papá! ¡Hay una carta aquí! —exclamó, entregándosela. Pero era un sobre del Banco Milford, con una llave dentro—. ¿Qué abre esta llave?

—Debe ser la llave de una caja de seguridad del banco —respondió Luke.

Cuando Lidia llegó a casa, él se lo contó todo. Ella lo animó a ir al banco para averiguar más. El gerente, el Sr. Paxton, se alegró mucho al ver la llave y el documento de identidad de Luke.

—¡Oh! ¡Debes ser el nieto de la Sra. Elizabeth! Nunca pensé que vendrías —dijo alegremente, acompañándola—. Tu abuela era nuestra clienta más importante. Abrí esta caja de seguridad hace años. Me alegra que estés aquí. »

La abrió, y dentro había al menos cincuenta lingotes de oro, esta vez de un kilo cada uno. —Tu abuela no confiaba en la era digital. Prefería guardar su dinero en bienes materiales. También hay algunos diamantes y piedras preciosas. ¿Quieres retirar algo hoy? —preguntó el gerente sonriendo.

—No, hoy no. Solo quería comprobarlo —respondió Luke, sin respirar. Se fue a casa y le contó todo a Lidia. Esa noche, llamó a sus hermanos para disculparse. Les contó lo que había hecho la abuela y se echaron a reír.

—¡Sabía que la abuela quería repartirlo todo a partes iguales! ¡Pero tu actitud hizo que te lo ocultara! ¡Genial! —rió Aidan por teléfono. Finalmente, Luke también rió, porque su hermano tenía razón.

Poco después, se reconcilió con sus hermanos y les dio con gusto todo lo que pidieron. Pero Luke nunca olvidó su comportamiento… y se arrepintió para siempre.

¿Qué podemos aprender de esta historia?

No seas engreído. No tienes derecho al dinero de nadie, ni siquiera si tus parientes son ricos. Luke aprendió esta lección a las malas.

Siempre abre los cofres misteriosos. Nunca dejes nada cerrado. Podrías perder millones.

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