“Hola, Querido, Tu Madre Loca No Nos Deja Entrar! Estamos En La Escalera Con Nuestras Cosas!”

Anselmo, creo que esto fue un error. Mi mamá no está loca, solo está herida y tiene razón en estarlo. Rebeca lo fulmina con la mirada. Hugo, no puedes ponerte de su lado ahora. No me estoy poniendo del lado de nadie. Estoy reconociendo que hemos tratado mal a mi madre. Anselmo ve que está perdiendo control de la situación. Hugo, piénsalo bien.

Si tu madre realmente está bien mentalmente, ¿por qué estaría dejando a sus propios nietos en la calle? Porque no son sus responsabilidades, dice una voz nueva. Todos nos volteamos y vemos a una mujer elegante de unos 40 años subiendo las escaleras. Es Susana, la hermana menor de Rebeca. Susana. Rebeca se ve sorprendida y alarmada.

¿Qué haces aquí? Vine porque Hugo me llamó desesperado pidiendo ayuda y cuando llegué abajo y escuché los gritos, decidí subir a ver qué estaba pasando exactamente. Susana mira a su alrededor evaluando la escena. Su hermana gritando, los niños llorando, los vecinos indignados. Anselmo con su libreta como si fuera a arrestar a alguien. Rebeca, ¿qué diablos estás haciendo? Pregunta con voz fría.

Estoy defendiendo a mi familia. Julieta se niega a cuidar a sus nietos. Susana se acerca a los niños y los abraza. Pobrecitos, ¿cuánto tiempo han estado aquí en estas escaleras? Dos horas, dice Sofía, la mayor, con voz temblorosa. Dos horas. Susana mira a su hermana con horror. Has tenido a estos niños en las escaleras por dos horas gritando.

Es culpa de Julieta, no nos deja entrar. Susana mira hacia mi ventana. Señora Julieta, disculpe el comportamiento de mi hermana. ¿Puedo preguntarle por qué no puede recibirlos? Por fin alguien pregunta en lugar de asumir. Susana, vine de una cirugía hace 5co semanas. Necesito reposo.

Les dije que no podía recibirlos todavía, pero vinieron sin avisar. Susana asiente comprensivamente. Y es cierto que rentaron su casa. Sí, es cierto. Por , mensuales, Susana se voltea hacia Rebeca con una expresión de furia total. Rentaron la casa y querían dejar a los niños con una señora recién operada. En serio, Rebeca se ve atrapada ahora que su propia hermana está aquí.

Susana, tú no entiendes la situación completa. Julieta siempre ha cuidado a los niños. Es como su segunda naturaleza. Su segunda naturaleza. Susana está cada vez más indignada. ¿Desde cuándo cuidar cuatro niños es la segunda naturaleza de una señora de 71 años recién operada? Anselmo trata de intervenir. Disculpe, señorita, pero esto es un asunto legal.

Ahora estoy evaluando la capacidad mental de mi tía. Susana lo mira como si fuera un insecto. ¿Usted es abogado de quién exactamente? ¿De Rebeca? ¿De Hugo? o está aquí como familiar preocupado. Estoy aquí porque me preocupa el bienestar de mi tía y de estos niños. Su tía está perfectamente bien.

Los únicos que están creando un problema son ustedes, apareciendo sin avisar y exigiendo entrada a una casa ajena. No es una casa ajena, dice Rebeca desesperada. Es la casa de su abuela. La casa de su abuela, corrige Susana. No, la casa de ustedes. Ella tiene todo el derecho de decidir quién entra y cuándo. Eloisa sonríe por primera vez en toda la noche. Por fin alguien con sentido común.

Susana se arrodilla frente a los niños. Bebés, ¿ustedes sabían que la abuela Julieta acababa de salir del hospital? Sofía, la mayor asiente. Sí, mamá nos dijo que la abuela estaba enferma, pero que ya estaba mejor. ¿Y les explicó por qué iban a quedarse con ella por tanto tiempo? No, dice Luis, el de 8 años.

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