HIJOS ECHAN A SU MADRE DE 70 AÑOS BAJO LA LLUVIA… PERO EL DESTINO LES DIO UNA LECCIÓN!..

Rosa cayó de rodillas frente a su hijo menor, el bebé al que había amamantado durante un año porque era muy enfermizo. Y el médico dijo que era lo mejor para él. El niño que había tenido problemas de aprendizaje y al que ella le enseñó a leer letra por letra con una paciencia infinita todas las noches durante 2 años hasta que finalmente pudo ponerse al corriente en la escuela. El joven que tuvo problemas con las drogas en la adolescencia y al que ella rescató, pagando su rehabilitación, vendiendo todo lo que tenía de valor, acompañándolo a cada sesión, creyendo en él cuando nadie más lo hacía.

Miguel la miró con desprecio y le dijo que estaba siendo dramática, que se levantara porque estaba haciendo un espectáculo. Le dijo que él tenía su propia vida ahora, que había superado su pasado y no quería recordatorios de esa época, que verla le traía malos recuerdos y que prefería que no volviera a buscarlo. Rosa levantó la mirada hacia su hijo menor y vio a un extraño. intentó tomar su mano, pero Miguel dio un paso atrás como si el contacto de su madre lo quemara.

Fue en ese momento cuando algo se rompió definitivamente dentro de Rosa. Se levantó lentamente, miró a Miguel a los ojos y con una voz que ya no temblaba, con una dignidad que emergió desde lo más profundo de su ser, le dijo, “Algún día vas a tener hijos, Miguel, y te vas a dar cuenta de que el amor de un padre no tiene condiciones ni espera nada a cambio. vas a entender todo lo que di por ustedes y te vas a arrepentir de este momento.

Pero va a ser demasiado tarde. Hoy has perdido a tu madre para siempre. Miguel no dijo nada, simplemente cerró la puerta dejando a Rosa sola en medio de la tormenta. La anciana se quedó ahí parada por un momento, mirando esa puerta cerrada y algo cambió en su interior. Ya no sentía tristeza ni dolor. Sentía una extraña calma, una aceptación de que sus hijos ya no eran las personas que ella creyó haber criado. Tomó su maleta empapada y comenzó a caminar sin rumbo fijo por las calles oscuras de la ciudad.

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