Hija de banquero. Desapareció en gala benéfica en Monterrey en 1999, 7 años después mesero haya esto. -DIUY

océano azul se extendía infinito. Las olas brillaban como queriendo arrastrarme de nuevo a esos días.
Pero mi mente sólo estaba con Miguel y la pequeña casa donde había depositado tantas ilusiones. El taxi tomó la carretera costera conocida, donde las palmeras seguían balanceándose, igual que el día que me fui. Pero al detenerse frente a la casa de Miguel, sentí un vuelco en el pecho. La casa estaba

oscura. Las cortinas cerradas. Ni una luz encendida.
Subí el equipaje hasta el porche. Una inquietud punzante creciendo en mi interior. Toqué el timbre. El sonido resonó en el silencio, sin respuesta. Golpeé la puerta más fuerte. Y otra vez. Nada. Un silencio extraño, como si la casa hubiera sido abandonada. Bajé al jardín y miré alrededor. El buzón

estaba lleno de cartas volantes arrugados.
Se amontonaban en el camino como si nadie hubiera limpiado en mucho tiempo. Mi corazón se aceleró. Un presentimiento oscuro me oprimía el pecho. Había enviado dinero puntualmente a Miguel y a Valeria, mi nuera, para mantener a la familia. Creía que todo iba bien, que mi hijo estaba viviendo sin

problemas.
Pero ahora, frente a esa casa fría, me preguntaba qué estaba pasando. Justo en ese momento vi a doña Teresa, la vecina de Miguel, regando flores al otro lado de la calle. Ella había vivido aquí desde que yo era una joven siempre amable y contando historias sobre los niños del barrio. Grité Doña

Teenage Couple Vanished Camping, Months Later Strange Evidence Found at Abandoned Tent... - YouTube

Teresa. Ella levantó la cabeza con los ojos bien abiertos de sorpresa.
¡Valentina! ¡Dios mío! Volviste. Pero no te has enterado de nada. Me apresuré a cruzar con las piernas casi temblando al oír su voz. ¿De qué? ¿Dónde está Miguel? Pregunté, intentando que la voz no se me quebrara. Doña Teresa dejó la regadera en el suelo con la mirada llena de compasión. Miguel lleva

dos semanas en el Hospital San Rafael. La ambulancia vino a media noche. Vi claramente el logo en el vehículo.
Se detuvo y continuó en un tono más bajo. Y Valeria, mi hijo, me dijo que vio una publicación suya en las redes. Está de fiesta en un yate en el mar de Cortés. Me quedé paralizada, como si el mundo entero se hubiera derrumbado bajo mis pies. Miguel en el hospital.

Dos semanas y Valeria, mi nuera, a quien confié el cuidado de mi hijo de fiesta en un yate. Sentí que la sangre dejaba de correrme por las venas, el corazón latiendo con punzadas dolorosas. ¿Sabe dónde queda el Hospital San Rafael? Pregunté con voz ronca. Doña Teresa asintió y me indicó el camino.

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