bajo el brazo, empujé la puerta.
La oficina era pequeña y ordenada, con olor a papel viejo y tinta sobre un escritorio de madera. Había una pila de expedientes bien alineados. Un lápiz rojo y una taza de café humeante. Armando. Un hombre de unos 40 años. Se levantó para recibirme. Me dio la mano con firmeza, con una mirada aguda
que parecía ver a través de mi dolor.
Señora Valentina, siéntese. Dijo con voz grave pero cálida, señalando la silla frente a su escritorio. Puse la caja de cartón sobre la mesa y saqué tres carpetas organizadas con cuidado. Estados de cuenta bancarios, facturas, comprobantes y datos del teléfono y el correo electrónico de Miguel. Esto
es todo lo que tengo. Dije con voz seca, tratando de mantener la calma, aunque el corazón me dolía cada vez que pensaba en mi hijo.
Armando asintió, abrió la primera carpeta y hojeó rápidamente cada página. Sus ojos recorrían las cifras, las facturas y los mensajes crueles de Valeria. De vez en cuando se detenía. Anotaba con un lápiz rojo y murmuraba. Transacción ilegal. Evidencia clara de abandono.
Me quedé allí, observándolo trabajar, sintiendo que estaba poniendo una parte de mi alma en manos de un extraño. Con la esperanza de que me ayudara a conseguir justicia para Miguel. Levantó la vista y empujó sus gafas. Tiene el poder notarial financiero. Lo trajo. Asentí y saqué de mi bolso el
original con la firma de Miguel Notariado en la Oficina Legal Militar.
Antes de que yo partiera a mi última misión. Armando lo examinó con cuidado y asintió con satisfacción. Bien, esta es la llave para que podamos controlar sus bienes Continuó revisando el expediente. Se detuvo en la factura de alquiler del yate y en los mensajes de Valeria sobre el bolso Louis
Vuitton. Señora Valentina, he visto muchos casos de abuso financiero, pero este negó con la cabeza con un destello de indignación en la mirada.
Ella no sólo gasta dinero, también aprovecha intencionalmente la condición de su hijo. Esto es un acto deliberado. Después de casi una hora revisando, Armando cerró los expedientes y me miró directo a los ojos. Este caso tiene suficiente peso para llevarlo a juicio. Vamos a solicitar una orden de
congelamiento de bienes de urgencia y la administración de la herencia de Miguel. Con lo que usted me da. Creo que el juez estará de nuestro lado.
Asentí, sintiendo que encontraba un rayo de luz en medio de la oscuridad. Ella está en un yate en el mar de Cortés. Añadí en voz baja, pero firme. Tengo la ubicación gracias a un amigo. Armando sonrió con frialdad. Su mirada era afilada. Ella no se imagina la rapidez con la que vamos a actuar.
Valeria cree que puede esconderse en el mar para siempre, pero la ley no espera.
Al salir de la oficina sentí un pequeño alivio. Pero el dolor seguía aferrado. Pasé por el Palacio de Justicia, donde el aire estaba cargado con olor a papel y el ruido de las impresoras. Presenté la solicitud para que el tribunal emitiera la orden de congelamiento de bienes y entregué el juego de