Mi padre me miró largo rato, como si quisiera asegurarse de que no bromeaba. Luego suspiró, se levantó y dijo:
—Como quieras. Llamaré al tío Stepan.
El tío Stepan era nuestro principal casamentero. Sabía hacerlo todo: hablar para que la gente lo escuchara, negociar incluso con los padres más difíciles y beber tanto que no se caía de la silla.
Creía que todo saldría bien con él.
Quedamos en pedirle matrimonio mañana, a primera hora.
4. Casamenteros, vodka y un error fatal
Pero ocurrió algo que cambiaría nuestras vidas.
Esa noche, vinieron invitados a celebrar con los futuros casamenteros. La mesa rebosaba de pasteles, manteca, licor casero y champiñones con leche salada. Bebieron mucho y hablaron a gritos.
Y justo cuando pensaba que todo estaba resuelto, ocurrió algo irreparable.
Ellos… confundieron a Lena.
Había tres Lenas en nuestro barrio.