Mientras duermes, la presión baja.
Pero si no descansas, el corazón sigue trabajando a marchas forzadas.
Esa presión alta constante daña poco a poco tus arterias.
Hasta que un día, el cuerpo ya no puede con tanto esfuerzo.
Y entonces vienen los mareos, el dolor de cabeza, los zumbidos en los oídos… o algo peor.
2. Diabetes tipo 2
Dormir mal altera tus niveles de insulina.
Y mientras más te desvelas, más difícil es para tu cuerpo procesar el azúcar.
¿El resultado?
Subidas bruscas de glucosa, aumento de peso, fatiga y sed constante.
Todo sin que tú sepas qué está pasando.
3. Obesidad
El sueño regula las hormonas que controlan el apetito.
Pero si no duermes bien, el cuerpo empieza a pedir más comida… y de la peor.
Antojos, ansiedad, atracones.
Y como no tienes energía, tampoco haces ejercicio.
Es un ciclo silencioso que termina afectando cada parte de ti.
4. Depresión y ansiedad crónica
Tu mente necesita dormir para sanar.
Pero si la desvelas, no tiene cómo recuperarse.
Por eso vienen los bajones emocionales, la irritabilidad, los pensamientos negativos.
Y aunque no lo notes, el cerebro se está quedando sin recursos para resistir.
5. Enfermedades neurodegenerativas
