Esposa de millonario obliga a criada embarazada a cantar en su boda, lo que hizo sorprendió a todos-DIUY

Mientras empujaba su carrito de limpieza por la mansión de Westwood, Emma no podía sacudirse la sensación de temor que la envolvía. La boda estaba a solo dos días y la presión aumentaba. Había pasado la mañana quitando el polvo y aspirando en el ala este, con la espalda dolorida pero con una determinación firme. Las horas extra le permitirían comprar la cuna que su bebé necesitaba con urgencia.

—Emma, ahí estás —la llamó una voz amable. Era Antonio Díaz, el jefe de cocina—. Preparé desayuno de sobra. Necesitas comer más.
Le entregó un plato lleno de tostadas, huevos y fruta.
—Gracias, Antonio. No tenías por qué hacerlo.
—Claro que sí. Ahora comes por dos —dijo sonriendo, señalando su vientre.

Emma sintió un destello de calidez por su amabilidad, un recordatorio de que no todos la veían como mera servidumbre.

A lo largo del día, Emma escuchó a Vanessa reprender a la organizadora de la boda, Julia, por las flores.
—No, Julia, rosas blancas en esa sala, no rosas rosas. ¿Quieres arruinarlo todo?
Emma frunció el ceño con simpatía por Julia, que claramente hacía lo posible por manejar aquel evento descomunal.

Más tarde, mientras limpiaba el estudio de Richard, Emma empezó a tararear suavemente, perdida en una melodía que había escrito en sus días más oscuros. Era una canción sobre levantarse en los momentos más difíciles de la vida, un reflejo de sus propias luchas. Sin que ella lo notara, Richard entró en la sala, cautivado por su voz.
—Tienes una voz preciosa, Emma —dijo, sorprendiéndola.
—Gracias —respondió, con las mejillas encendidas—. Solía cantar mucho antes de…
Se interrumpió, señalando su situación actual.
—Un talento así no debería estar escondido —la animó Richard. Ninguno de los dos se dio cuenta de que Vanessa los observaba desde la puerta, con el rostro oscurecido por los celos.

Al acercarse el día de la boda, Emma sintió el peso del desprecio de Vanessa y la presión de tener que actuar. En la cena de ensayo en el Brentwood Country Club, escuchó a Vanessa hablar con Julia sobre una “sorpresa especial” para la ceremonia. Emma no pudo quitarse de la cabeza la sensación de que estaba en el centro de un plan cruel.

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