Era una tarde sofocante en el pueblo. Yo —Hanh— estaba arrodillado en el patio, recogiendo ramas secas para encender el fuego. Desde la puerta, mi hijo de diez años me observaba; sus grandes ojos inocentes seguían cada uno de mis movimientos, como si el universo entero estuviera contenido en ese instante de silencio, entre…

No sabían que el hombre que amaba había saltado de alegría cuando le dije que estaba embarazada.

Me había dicho que volvería para hablar con sus padres y pedirles su bendición para casarse conmigo. Le creí con todo mi corazón.

Pero al día siguiente, desapareció sin dejar rastro.

Desde entonces, esperé cada día: ni noticias, ni mensajes.

Pasaron los años y crié a mi hijo sola.

Hubo noches en que sentí resentimiento, noches en que lloré, rezando para que su padre aún estuviera vivo… aunque me hubiera olvidado.

## Diez años de lucha

Para que pudiera ir a la escuela, trabajé sin descanso. Ahorré hasta el último centavo, me tragué cada lágrima.

Cuando sus compañeros se burlaban de él por no tener padre, lo tomaba en brazos y le susurraba:

«Tienes una madre, hijo mío. Y eso basta».

Pero las palabras de la gente eran como cuchillos que me herían constantemente.

Por la noche, mientras dormía, miraba la luz de la farola y volvía a ver al hombre que amaba: su sonrisa, sus ojos cálidos; y lloraba en silencio.

## El día que llegaron coches de lujo frente a mi casa

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