### La Partida
El coche era lo más lujoso que jamás había tocado. Asientos de cuero, silencio, aire acondicionado. Minh iba sentado entre nosotros, con los ojos muy abiertos.
—¿Abuelo? —se aventuró a preguntar. Los ojos del Sr. Lam brillaron—. ¿Sí, mi nieto? —Mi padre… ¿de verdad me quería?
“Más que nada. Ya estaba preparando tu habitación. Nunca la deshicimos.”
A cuatro horas de distancia, el señor Lam habló de Thanh: su infancia, la música, su sueño de un negocio con humanidad.
“Habría sido un padre maravilloso. No pude darle esa oportunidad; haré todo lo posible para darte la vida que él deseaba.”
La casa de los Lam era un palacio. El personal hizo una reverencia. Una mujer se acercó corriendo: la madre de Thanh. Rompió a llorar al ver a Minh.
“Se parece tanto a él.”
Esa noche, después de que Minh se durmiera en una habitación más grande que toda nuestra casa, la señora Lam me dijo:
“Lo siento por todo. Si lo hubiéramos sabido…”
“Lo sé. Tu esposo me lo explicó.”
“Cargaste sola con lo que a mí me habría costado mucho soportar.”
“Uno hace lo que es necesario por su hijo.”