Su lápiz labial era rojo brillante y llevaba unas gafas de sol enormes. «Ten cuidado la próxima vez», gritó antes de irse a toda velocidad. Emma se quedó allí, en shock.
Sus labios temblaban. Sus ojos ardían. Pero no lloró.
Simplemente recogió su mochila embarrada y siguió caminando. Al otro lado de la calle, un coche negro permanecía en silencio. Dentro iba un hombre llamado Ethan, un observador silencioso.
Había presenciado todo el suceso. El chapoteo, la risa, la vergüenza en el rostro de Emma. Ethan entrecerró los ojos.
Conocía a la rica Vanessa. Era famosa por su línea de moda y su orgullo. Pero lo que no sabía era que hoy, sus acciones habían sido presenciadas por alguien que no creía en dejar que la gente sufriera en silencio.
Cogió el teléfono. «Averigua quién es esa chica», dijo con calma. «Quiero saberlo todo».
Emma llegó a Crownville Towers con el rostro como si la hubiera azotado una tormenta. Su uniforme, antes limpio, ahora tenía manchas marrones, el pelo pegado a la cara y los zapatos crujían a cada paso. Al entrar por la entrada lateral, su supervisor, el Sr. Clark, frunció el ceño.
Emma, llegas tarde. ¿Y qué es este desastre? —ladró. Ella bajó la mirada.
Me salpicó un coche. Intenté limpiarlo, pero no hubo excusas. Se quebró.
A trabajar. Este lugar necesita estar impecable antes de que lleguen los invitados. Emma asintió y se dirigió al armario de limpieza.
Sus compañeros la miraron. Algunos negaron con la cabeza con lástima, pero nadie dijo nada. Nadie la ayudó.
Se puso un viejo uniforme de repuesto, se recogió el pelo y se puso a limpiar como si nada. Pero Emma sentía un fuerte dolor por dentro. Pensó en su hermana pequeña, que seguía durmiendo en casa, en su apartamento de una sola habitación.
Pensó en el trabajo que no podía permitirse perder. Así que siguió adelante. Mientras tanto, Ethan estaba sentado en su oficina, un alto edificio de cristal en el centro.
No era un hombre cualquiera. Era uno de los directores ejecutivos más jóvenes de la ciudad, un multimillonario discreto que prefería observar a hablar. Su asistente trajo el archivo que solicitó.
Se llama Emma Davis, tiene 23 años, trabaja en dos empleos de limpieza, vive en West Pine y cuida a su hermana menor. Su madre falleció hace dos años. Ethan miró fijamente la foto adjunta al archivo: Emma sonreía con dulzura junto a una niña pequeña.