Enfermeras empiezan a EMBARAZARSE al cuidar a un paciente en coma. Pero cuando se nota un detalle…

Fingiendo naturalidad, Tamara se adelantó con una sonrisa forzada y tomó una carpeta sobre la mesita. Doctor Emanuel, qué bueno verlo. Ya hicimos todos los exámenes diarios del paciente. Violeta completó acomodándose la bata y evitando mirar directamente al médico. Él sigue estable, pero lamentablemente no hay ninguna señal de mejora cerebral. Emanuel respiró hondo intentando disimular la tensión que sentía. De acuerdo, respondió. Y luego, con una mirada fija en Violeta, preguntó, “¿Y tú, Violeta, ¿te está gustando trabajar en esta área del hospital?” Él esperaba que ella, nerviosa, dejara escapar algo sobre el embarazo, pero la enfermera fue breve y controlada.

Sí, doctor, si me gusta. Enseguida inventó una excusa cualquiera y dejó al médico a solas con Tamara en la habitación. Emanuel se quedó allí en silencio observando a Ricardo, pero su mente estaba en otro lugar. La conversación que había escuchado no salía de su cabeza. En los días que siguieron, la rutina parecía la misma, pero para el médico todo había cambiado. Observaba cada gesto de Violeta, cada mirada de Tamara, intentando descifrar lo que ocultaban. Estaba decidido a descubrir si, en efecto, Violeta también estaba embarazada, pero no quería confrontarla directamente.

Temía que una pregunta brusca la llevara a mentir. Así, prefirió actuar en silencio, observando, analizando y esperando el momento justo para revelar el secreto que aquellas mujeres guardaban con tanto empeño. No pasó mucho tiempo para que la verdad saliera a la luz. Los primeros síntomas comenzaron a aparecer sin piedad, mareos, náuseas, malestar constante y con ellos la realidad imposible se confirmó. Violeta también estaba embarazada. Afligida, buscó al médico y habló con los ojos llenos de lágrimas. Doctor, yo no sé cómo pasó esto.

Realmente no lo sé. Luego respiró hondo intentando recomponerse y agregó con determinación, “Pero no se preocupe, voy a seguir trabajando normalmente. Todo va a continuar igual. Puede quedarse tranquilo. No voy a dar problemas.” Emanuel, sin embargo, no lo dejó pasar. Su expresión seria hizo que su voz sonara más dura de lo que hubiera querido. Violeta, ese no es el problema. El problema está en el hecho de que tú eres la segunda enfermera que queda embarazada de repente.

Igual que Tamara, afirmas que no sabes cómo fue concebido ese hijo. ¿No te parece extraño?” La joven enfermera bajó la cabeza, murmurando explicaciones vagas, pero nada convencía. Ninguna palabra suya calmaba el corazón afligido del médico. Emanuel sentía en lo más profundo del pecho que había algo oscuro, algo siniestro detrás de esos embarazos inexplicables. Aún así, de tanto escuchar a las dos insistir en que todo estaba normal y tras decir que no querían comentar nada sobre los padres de los niños, decidió intentar dejar el asunto de lado.

Pero no había cómo huir. El tema martillaba sin descanso en su mente. Y por algún motivo, cada vez que pensaba en los embarazos misteriosos, la imagen que surgía era siempre la misma. El paciente de la habitación 208, Ricardo. Fue entonces cuando una tercera bomba cayó sobre él meses después. Otra enfermera, Jessica, la misma que se había desesperado al vomitar frente al paciente, también recibió un resultado positivo en su prueba de embarazo. El impacto fue inmediato. Emanuel sintió el estómago revolverse.

No, esto no es coincidencia. No puede ser. Tres enfermeras, tres mujeres solteras y todas embarazadas. Algo está pasando. De algún modo, el paciente del 208 está involucrado en esta locura. Miró a Ricardo acostado en la cama, inmóvil y sereno, y murmuró en voz baja, casi como un desahogo. Algo están haciendo esas enfermeras, algo que no me cuentan. Y Dios mío, que no sea lo que estoy pensando. Sus ojos recorrieron los músculos definidos del hombre, el cuerpo robusto y sin señales de atrofia.

El contraste entre la apariencia saludable y el coma profundo era perturbador. Emanuel apretó los puños y decidió. No podía soportar más el peso de la duda. Necesito aclarar esta duda. Ya no aguanto más guardar esto dentro de mí. Al día siguiente reunió coraje. Pidió que las tres enfermeras fueran a la habitación 208. Allí estaban Tamara con el vientre ya muy visible. Violeta intentando esconder las náuseas y Jessica todavía asustada con su propio resultado positivo. Tamara, siempre atenta, se adelantó.

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