Mi esposo.
Llevaba en brazos a una joven embarazada, llorando y gimiendo de dolor.
La reconocí enseguida.
Era Daniela, la mujer que yo había visto en las fotos de su teléfono, esas que él había borrado pensando que nunca me daría cuenta.
Los enfermeros corrieron hacia ellos. Eduardo colocó a la mujer sobre una camilla y siguió al equipo médico… sin mirar atrás.
Ni una vez.