En Filipinas, un hombre llamado Ramón Verano ganaba cincuenta mil pesos al mes, pero le daba a su esposa Selena solo cien pesos al día. Durante cinco largos y amargos años, Selena vivió atrapada entre la sospecha y el silencio, dolida, humillada y convencida de que Ramón escondía a otra mujer.

Seema solo descubrió la verdad al abrir la caja fuerte que Ramón había dejado. Su mundo se derrumbó. Todos los secretos, todas las verdades salieron a la luz, y Selena cayó de rodillas entre los archivos, documentos y objetos que Ramón había estado guardando en silencio durante años.

Durante cinco años, Selena vivió en una jaula invisible. Su esposo, Ramón Verano, era ingeniero sénior en una empresa de software en Manila. A pesar de ganar cincuenta mil pesos al mes, cada mañana, antes de irse a trabajar, solo dejaba un billete de cien pesos sobre la mesa de la cocina.

«Para hoy», decía siempre con voz baja, casi mecánica.

Al principio, Selena pensó que era una broma, una forma de organizar los gastos. Pero con el tiempo, esta costumbre diaria se convirtió en un muro invisible entre ellos. Cada vez que Selena intentaba hablar del tema, Ramón cambiaba de conversación, ofreciendo solo una sonrisa cansada y una breve frase:

«Selena, confía en mí. Todo está bajo control».

Selena se esforzó por confiar en él, o al menos se obligó a hacerlo. Sin embargo, al ver a sus amigos de compras, viajando o simplemente disfrutando de la vida, sentía una vergüenza y un resentimiento silenciosos que crecían con cada día que pasaba. Sospechaba que Ramón ocultaba algo: tal vez otra mujer, una familia secreta, una doble vida. Muchas noches lo observaba dormir y se preguntaba quién era realmente el hombre que yacía a su lado.

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